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Las tragedias evitables. ¿Por qué, Señor, siempre nos ha de tocar a los mismos?

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Se me ha encogido el corazón y hasta que no han pasado un montón de horas no he sido capaz de ponerme ante el ordenador para escribir este comentario, que más que un comentario, es un lamento. ¿Por qué, Señor, por qué estas desgracias les tocan siempre a los mismos? ¿Por qué han de ser los más pobres, los excluidos, los que ocupan el último lugar en el ranking del progreso y el desarrollo los que sufran con mayor intensidad el número de desgracias evitables que cuestan vidas humanas y siembran de dolor y desesperación a tantas familias españolas? No hablo solo de gitanos. Me refiero a quienes padecen con mayor intensidad las consecuencias del sistema socioeconómico que nos hemos dado, donde tan pocos lo tienen todo, donde la mayoría sobrelleva con esfuerzo y trabajo las dificultades que comporta el sistema, pero donde, tristemente, quedan bolsas de excluidos a quienes tan solo llegan las migajas que caen de las mesas del derroche o la corrupción. Y en esta bolsa de infamia no hay solo gitanos, hay también muchos gadchés, (payos), que son víctimas de las tragedias evitables.

Lo hemos visto por TV, lo hemos oído en casi todas las cadenas de radio y lo hemos leído en la prensa escrita: en el número 7 de la calle Barinaga, en el barrio bilbaíno de Zorrotza, ha ardido una casa de tres plantas, toda ella construida de madera, en la que vivían unas 20 personas, todas ellas gitanas. Lo que sucedió en el interior de aquel infierno ni Dante Alighieri lo habría superado. Lo ha contado un niño de 15 años con talla de héroe mitológico. Se llama Aarón y cuando lo despertaron las llamas abrió la ventana, tiró por ella un colchón para amortiguar la caída, y empezó a sacar por ese hueco, arrojándolos al exterior, a sus hermanos y a otras personas del inmueble que ya era pasto de las llamas. El incendio, dicen los expertos, empezó por el suelo y por el techo de la buhardilla, con lo que una casa, construida hace más de 100 años con madera, se convirtió en nada de tiempo en una yesca de la que salían, rabiosas, las llamas asesinas.

Aarón, el heroico muchacho, está en una silla de ruedas porque tanto él, como la mayoría de sus primos a los que arrojó por la ventana, tienen los pies rotos. Me conmueve saber que los vecinos de las casas circundantes, ansiosos de querer ayudar a quienes se achicharraban en el interior, lograron salvar a una hermana pequeña de Aarón, cogiéndola literalmente por los aires, cuando se arrojó in extremis por la ventana.

Los bomberos hicieron lo que pudieron. En una casa de madera, toda ella en llamas, es muy difícil entrar. Arrojaron un mar de agua y cuando, por fin, lograron inspeccionar los restos humeantes de la buhardilla se encontraron con una escena que jamás podrán olvidar en sus vidas. Primero se encontraron con los cuerpos calcinados de Joaquín, de 26 años, y de su mujer, Rocío, de 24. Pero lo más terrible fue ver que Rocío, en un intento desesperado de proteger a sus hijos, tenía los brazos extendidos en dirección a un sofá calcinado, donde aparecieron los cadáveres de dos ángeles gitanos inocentes que apenas habían abierto los ojos a la vida: Jennifer, de cinco años y Lolo, un querubín de solo tres añitos.

El joven matrimonio se ganaban la vida, como tantos otros, en los mercadillos. El muchacho estudió en la escuela de Siete Campas y luego en el instituto, mientras que los niños estaban escolarizados en el colegio público del barrio.

Los abuelos de los niños lograron a duras penas salvarse tirándose por una de las ventanas del segundo piso. Pero ambos luchan ahora por la vida internados en la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces, tras sufrir quemaduras gravísimas y lesiones múltiples producidas por la caída.

Se podía haber evitado

A veces, cuando las desgracias llegan como consecuencias de terremotos, de inundaciones imprevisibles o de ataques terroristas queda un sentimiento de resignación, que no aminora el dolor, ante lo que muchas veces se considera imposible de prever. Pero no sucede lo mismo ante las desgracias que podrían haber sido evitadas, si quienes tienen los medios y la posibilidad de hacerlo ponen en práctica los remedios preventivos oportunos. Lo han dicho los vecinos de la zona llamada La Landa. “Esto es algo que se veía venir. Esta es una zona muy degradada, en la que llevamos más de 30 años pidiendo que se actúe. La degeneración es total y eso irradia problemas”, manifestaron representantes de la asociación vecinal en declaraciones hechas al Diario Gara. “Llevamos decenas y decenas de años que esta zona no reúne condiciones de habitabilidad… aquí todos esperábamos en cualquier momento un derrumbe, un incendio”.

Pero los malditos racistas no descansan

Mi amigo José Eugenio Abajo, de Aranda de Duero, un docente comprometido con la educación de los jóvenes gitanos, me ha enviado una fotografía tomada de una página de Facebook en la que un individuo hace mofa de la terrible desgracia acontecida en Bilbao. Y en algunos periódicos vascos, especialmente en sus ediciones online, da pánico la lectura de lo que los racistas dicen de nosotros. Lo que sigue es solo una muestra que no es de las más duras “… el problema no es solo las molestias que causan en los hospitales, sino que ya se apuntan a que les regalemos pisos nuevos y ayudas, porque el Pueblo Gitano tiene unas leyes, pero no quieren estudiar, las mujeres no pintan nada, invaden pisos en ruinas…. todo a su manera, pero ayudándoles.”

Es increíble que el ser humano pueda tener el alma de acero para no sentirse conmovido ante la imagen de una madre que lucha entre las llamas intentando salvar a sus hijos. Tan increíble que hay quien piensa que el racismo se infiltra en el cuerpo de algunas personas en forma de toxinas, de tal manera que, si se puede decir que el racismo es un veneno en sentido figurado, también podría ser uno en el sentido literal. Unos investigadores, entre los que se encuentra la Premio Nobel de Medicina 2009, Elizabeth Blackburn, han publicado en el American Journal of Preventive Medicine que lo que manifiestan los racistas americanos, -como los españoles-, son algo así como “toxinas sociales”.  Thomas Jefferson, padre de la Declaración de Independencia norteamericana, del que nadie puede dudar de que se opuso a cualquier forma de restricción de la libertad de expresión, advirtió que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia”. Lo que hizo afirmar a Bernard Stasi, antiguo ministro francés en los años 70 del siglo pasado que “combatir el racismo supone evitar toda declaración, todo comportamiento susceptible de hacer creer que las razas son desiguales y que, por supuesto, nosotros pertenecemos a una raza superior”.

Es un pobre consuelo, pero al menos nos ayuda a sobrellevar la cruz de los intolerantes, y es que la discriminación y los actos racistas tienen un efecto biológico medible en quienes la padecen y que, por lo tanto, los racistas sufren un envejecimiento prematuro. Es decir, que los racistas se mueren antes. No hay mal que por bien no venga.

Las tragedias evitables. ¿Por qué, Señor, siempre nos ha de tocar a los mismos?

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Se me ha encogido el corazón y hasta que no han pasado un montón de horas no he sido capaz de ponerme ante el ordenador para escribir este comentario, que más que un comentario, es un lamento. ¿Por qué, Señor, por qué estas desgracias les tocan siempre a los mismos? ¿Por qué han de ser los más pobres, los excluidos, los que ocupan el último lugar en el ranking del progreso y el desarrollo los que sufran con mayor intensidad el número de desgracias evitables que cuestan vidas humanas y siembran de dolor y desesperación a tantas familias españolas? No hablo solo de gitanos. Me refiero a quienes padecen con mayor intensidad las consecuencias del sistema socioeconómico que nos hemos dado, donde tan pocos lo tienen todo, donde la mayoría sobrelleva con esfuerzo y trabajo las dificultades que comporta el sistema, pero donde, tristemente, quedan bolsas de excluidos a quienes tan solo llegan las migajas que caen de las mesas del derroche o la corrupción. Y en esta bolsa de infamia no hay solo gitanos, hay también muchos gadchés, (payos), que son víctimas de las tragedias evitables.

Lo hemos visto por TV, lo hemos oído en casi todas las cadenas de radio y lo hemos leído en la prensa escrita: en el número 7 de la calle Barinaga, en el barrio bilbaíno de Zorrotza, ha ardido una casa de tres plantas, toda ella construida de madera, en la que vivían unas 20 personas, todas ellas gitanas. Lo que sucedió en el interior de aquel infierno ni Dante Alighieri lo habría superado. Lo ha contado un niño de 15 años con talla de héroe mitológico. Se llama Aarón y cuando lo despertaron las llamas abrió la ventana, tiró por ella un colchón para amortiguar la caída, y empezó a sacar por ese hueco, arrojándolos al exterior, a sus hermanos y a otras personas del inmueble que ya era pasto de las llamas. El incendio, dicen los expertos, empezó por el suelo y por el techo de la buhardilla, con lo que una casa, construida hace más de 100 años con madera, se convirtió en nada de tiempo en una yesca de la que salían, rabiosas, las llamas asesinas.

Aarón, el heroico muchacho, está en una silla de ruedas porque tanto él, como la mayoría de sus primos a los que arrojó por la ventana, tienen los pies rotos. Me conmueve saber que los vecinos de las casas circundantes, ansiosos de querer ayudar a quienes se achicharraban en el interior, lograron salvar a una hermana pequeña de Aarón, cogiéndola literalmente por los aires, cuando se arrojó in extremis por la ventana.

Los bomberos hicieron lo que pudieron. En una casa de madera, toda ella en llamas, es muy difícil entrar. Arrojaron un mar de agua y cuando, por fin, lograron inspeccionar los restos humeantes de la buhardilla se encontraron con una escena que jamás podrán olvidar en sus vidas. Primero se encontraron con los cuerpos calcinados de Joaquín, de 26 años, y de su mujer, Rocío, de 24. Pero lo más terrible fue ver que Rocío, en un intento desesperado de proteger a sus hijos, tenía los brazos extendidos en dirección a un sofá calcinado, donde aparecieron los cadáveres de dos ángeles gitanos inocentes que apenas habían abierto los ojos a la vida: Jennifer, de cinco años y Lolo, un querubín de solo tres añitos.

El joven matrimonio se ganaban la vida, como tantos otros, en los mercadillos. El muchacho estudió en la escuela de Siete Campas y luego en el instituto, mientras que los niños estaban escolarizados en el colegio público del barrio.

Los abuelos de los niños lograron a duras penas salvarse tirándose por una de las ventanas del segundo piso. Pero ambos luchan ahora por la vida internados en la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces, tras sufrir quemaduras gravísimas y lesiones múltiples producidas por la caída.

Se podía haber evitado

A veces, cuando las desgracias llegan como consecuencias de terremotos, de inundaciones imprevisibles o de ataques terroristas queda un sentimiento de resignación, que no aminora el dolor, ante lo que muchas veces se considera imposible de prever. Pero no sucede lo mismo ante las desgracias que podrían haber sido evitadas, si quienes tienen los medios y la posibilidad de hacerlo ponen en práctica los remedios preventivos oportunos. Lo han dicho los vecinos de la zona llamada La Landa. “Esto es algo que se veía venir. Esta es una zona muy degradada, en la que llevamos más de 30 años pidiendo que se actúe. La degeneración es total y eso irradia problemas”, manifestaron representantes de la asociación vecinal en declaraciones hechas al Diario Gara. “Llevamos decenas y decenas de años que esta zona no reúne condiciones de habitabilidad… aquí todos esperábamos en cualquier momento un derrumbe, un incendio”.

Pero los malditos racistas no descansan

Mi amigo José Eugenio Abajo, de Aranda de Duero, un docente comprometido con la educación de los jóvenes gitanos, me ha enviado una fotografía tomada de una página de Facebook en la que un individuo hace mofa de la terrible desgracia acontecida en Bilbao. Y en algunos periódicos vascos, especialmente en sus ediciones online, da pánico la lectura de lo que los racistas dicen de nosotros. Lo que sigue es solo una muestra que no es de las más duras “… el problema no es solo las molestias que causan en los hospitales, sino que ya se apuntan a que les regalemos pisos nuevos y ayudas, porque el Pueblo Gitano tiene unas leyes, pero no quieren estudiar, las mujeres no pintan nada, invaden pisos en ruinas…. todo a su manera, pero ayudándoles.”

Es increíble que el ser humano pueda tener el alma de acero para no sentirse conmovido ante la imagen de una madre que lucha entre las llamas intentando salvar a sus hijos. Tan increíble que hay quien piensa que el racismo se infiltra en el cuerpo de algunas personas en forma de toxinas, de tal manera que, si se puede decir que el racismo es un veneno en sentido figurado, también podría ser uno en el sentido literal. Unos investigadores, entre los que se encuentra la Premio Nobel de Medicina 2009, Elizabeth Blackburn, han publicado en el American Journal of Preventive Medicine que lo que manifiestan los racistas americanos, -como los españoles-, son algo así como “toxinas sociales”.  Thomas Jefferson, padre de la Declaración de Independencia norteamericana, del que nadie puede dudar de que se opuso a cualquier forma de restricción de la libertad de expresión, advirtió que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia”. Lo que hizo afirmar a Bernard Stasi, antiguo ministro francés en los años 70 del siglo pasado que “combatir el racismo supone evitar toda declaración, todo comportamiento susceptible de hacer creer que las razas son desiguales y que, por supuesto, nosotros pertenecemos a una raza superior”.

Es un pobre consuelo, pero al menos nos ayuda a sobrellevar la cruz de los intolerantes, y es que la discriminación y los actos racistas tienen un efecto biológico medible en quienes la padecen y que, por lo tanto, los racistas sufren un envejecimiento prematuro. Es decir, que los racistas se mueren antes. No hay mal que por bien no venga.

Las tragedias evitables. ¿Por qué, Señor, siempre nos ha de tocar a los mismos?

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Se me ha encogido el corazón y hasta que no han pasado un montón de horas no he sido capaz de ponerme ante el ordenador para escribir este comentario, que más que un comentario, es un lamento. ¿Por qué, Señor, por qué estas desgracias les tocan siempre a los mismos? ¿Por qué han de ser los más pobres, los excluidos, los que ocupan el último lugar en el ranking del progreso y el desarrollo los que sufran con mayor intensidad el número de desgracias evitables que cuestan vidas humanas y siembran de dolor y desesperación a tantas familias españolas? No hablo solo de gitanos. Me refiero a quienes padecen con mayor intensidad las consecuencias del sistema socioeconómico que nos hemos dado, donde tan pocos lo tienen todo, donde la mayoría sobrelleva con esfuerzo y trabajo las dificultades que comporta el sistema, pero donde, tristemente, quedan bolsas de excluidos a quienes tan solo llegan las migajas que caen de las mesas del derroche o la corrupción. Y en esta bolsa de infamia no hay solo gitanos, hay también muchos gadchés, (payos), que son víctimas de las tragedias evitables.

Lo hemos visto por TV, lo hemos oído en casi todas las cadenas de radio y lo hemos leído en la prensa escrita: en el número 7 de la calle Barinaga, en el barrio bilbaíno de Zorrotza, ha ardido una casa de tres plantas, toda ella construida de madera, en la que vivían unas 20 personas, todas ellas gitanas. Lo que sucedió en el interior de aquel infierno ni Dante Alighieri lo habría superado. Lo ha contado un niño de 15 años con talla de héroe mitológico. Se llama Aarón y cuando lo despertaron las llamas abrió la ventana, tiró por ella un colchón para amortiguar la caída, y empezó a sacar por ese hueco, arrojándolos al exterior, a sus hermanos y a otras personas del inmueble que ya era pasto de las llamas. El incendio, dicen los expertos, empezó por el suelo y por el techo de la buhardilla, con lo que una casa, construida hace más de 100 años con madera, se convirtió en nada de tiempo en una yesca de la que salían, rabiosas, las llamas asesinas.

Aarón, el heroico muchacho, está en una silla de ruedas porque tanto él, como la mayoría de sus primos a los que arrojó por la ventana, tienen los pies rotos. Me conmueve saber que los vecinos de las casas circundantes, ansiosos de querer ayudar a quienes se achicharraban en el interior, lograron salvar a una hermana pequeña de Aarón, cogiéndola literalmente por los aires, cuando se arrojó in extremis por la ventana.

Los bomberos hicieron lo que pudieron. En una casa de madera, toda ella en llamas, es muy difícil entrar. Arrojaron un mar de agua y cuando, por fin, lograron inspeccionar los restos humeantes de la buhardilla se encontraron con una escena que jamás podrán olvidar en sus vidas. Primero se encontraron con los cuerpos calcinados de Joaquín, de 26 años, y de su mujer, Rocío, de 24. Pero lo más terrible fue ver que Rocío, en un intento desesperado de proteger a sus hijos, tenía los brazos extendidos en dirección a un sofá calcinado, donde aparecieron los cadáveres de dos ángeles gitanos inocentes que apenas habían abierto los ojos a la vida: Jennifer, de cinco años y Lolo, un querubín de solo tres añitos.

El joven matrimonio se ganaban la vida, como tantos otros, en los mercadillos. El muchacho estudió en la escuela de Siete Campas y luego en el instituto, mientras que los niños estaban escolarizados en el colegio público del barrio.

Los abuelos de los niños lograron a duras penas salvarse tirándose por una de las ventanas del segundo piso. Pero ambos luchan ahora por la vida internados en la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces, tras sufrir quemaduras gravísimas y lesiones múltiples producidas por la caída.

Se podía haber evitado

A veces, cuando las desgracias llegan como consecuencias de terremotos, de inundaciones imprevisibles o de ataques terroristas queda un sentimiento de resignación, que no aminora el dolor, ante lo que muchas veces se considera imposible de prever. Pero no sucede lo mismo ante las desgracias que podrían haber sido evitadas, si quienes tienen los medios y la posibilidad de hacerlo ponen en práctica los remedios preventivos oportunos. Lo han dicho los vecinos de la zona llamada La Landa. “Esto es algo que se veía venir. Esta es una zona muy degradada, en la que llevamos más de 30 años pidiendo que se actúe. La degeneración es total y eso irradia problemas”, manifestaron representantes de la asociación vecinal en declaraciones hechas al Diario Gara. “Llevamos decenas y decenas de años que esta zona no reúne condiciones de habitabilidad… aquí todos esperábamos en cualquier momento un derrumbe, un incendio”.

Pero los malditos racistas no descansan

Mi amigo José Eugenio Abajo, de Aranda de Duero, un docente comprometido con la educación de los jóvenes gitanos, me ha enviado una fotografía tomada de una página de Facebook en la que un individuo hace mofa de la terrible desgracia acontecida en Bilbao. Y en algunos periódicos vascos, especialmente en sus ediciones online, da pánico la lectura de lo que los racistas dicen de nosotros. Lo que sigue es solo una muestra que no es de las más duras “… el problema no es solo las molestias que causan en los hospitales, sino que ya se apuntan a que les regalemos pisos nuevos y ayudas, porque el Pueblo Gitano tiene unas leyes, pero no quieren estudiar, las mujeres no pintan nada, invaden pisos en ruinas…. todo a su manera, pero ayudándoles.”

Es increíble que el ser humano pueda tener el alma de acero para no sentirse conmovido ante la imagen de una madre que lucha entre las llamas intentando salvar a sus hijos. Tan increíble que hay quien piensa que el racismo se infiltra en el cuerpo de algunas personas en forma de toxinas, de tal manera que, si se puede decir que el racismo es un veneno en sentido figurado, también podría ser uno en el sentido literal. Unos investigadores, entre los que se encuentra la Premio Nobel de Medicina 2009, Elizabeth Blackburn, han publicado en el American Journal of Preventive Medicine que lo que manifiestan los racistas americanos, -como los españoles-, son algo así como “toxinas sociales”.  Thomas Jefferson, padre de la Declaración de Independencia norteamericana, del que nadie puede dudar de que se opuso a cualquier forma de restricción de la libertad de expresión, advirtió que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia”. Lo que hizo afirmar a Bernard Stasi, antiguo ministro francés en los años 70 del siglo pasado que “combatir el racismo supone evitar toda declaración, todo comportamiento susceptible de hacer creer que las razas son desiguales y que, por supuesto, nosotros pertenecemos a una raza superior”.

Es un pobre consuelo, pero al menos nos ayuda a sobrellevar la cruz de los intolerantes, y es que la discriminación y los actos racistas tienen un efecto biológico medible en quienes la padecen y que, por lo tanto, los racistas sufren un envejecimiento prematuro. Es decir, que los racistas se mueren antes. No hay mal que por bien no venga.

“Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”

Kamlé phrala (queridos hermanos y hermanas)
Kamle amalé (queridas amistades)

Nuestra organización gitana en Madrid quiere celebrar la clausura del Día de los Gitanos Madrileños con un recital de arte gitano a cargo de los hermanos Fernández Montoya (Juan Manuel, ‘Farruquito’ y Antonio, ‘Farru’). Dos auténticos genios del baile gitano que pertenecen a una estirpe incomparable de grandes artistas, siendo el tronco principal de tan grandioso arte flamenco el abuelo de estos jóvenes que desde muy niños ya apuntaron a ser auténticos genios. Y no quiero dejar esta breve semblanza sin mencionar al tercero de los hermanos, Manuel, conocido con el nombre artístico de ‘El Carpeta’. Todos ellos, con ser diferentes, han bebido en la misma fuente de pureza gitana que representó ‘Farruco’, el abuelo, al que tuve el gran honor de presentar, hace ya muchos años, en el escenario del Teatro Victoria de Barcelona.

A estos jóvenes hay que verlos bailar personalmente. Hace un par de meses estuve con ellos en el Tablao Flamenco “Cordobés” que dirige con mano maestra Luis Adame. Viví unos momentos inolvidables. A mi lado tenía a mi hija Carmen y a mi nietecita Julia que ya empieza a apuntar maneras cuando da sus primeros pasos bailando por “alegrías”. Y llegó el “fin de fiestas”. Ese momento en el que todos los que han intervenido en el espectáculo hacen algo. Farruquito y Farru estuvieron geniales, como siempre, y electrizaron a la sala. Tanto que por un momento creí que me iba a dar un momento de locura y que iba a cometer el mayor pecado de mi vida: subirme al escenario con ellos y darme, ¡sin saber!, una “pataita”. Gracias a Dios no lo hice, con lo que sigo conservando, creo, una cierta autoridad a la hora de emitir mis críticas.

No hace demasiados días los hermanos Fernández Montoya han dicho lo siguiente: “Somos diferentes en cuanto a edades y formas, pero con un mismo sentir… Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”.

Maravillosa definición de gitaneidad que todos los gitanos del mundo debemos tener presente a la hora de saber de dónde venimos y a donde vamos.

Les invito, pues, a que acudan a la Sala Roja de los Teatros del Canal que está en la calle Cea Bermudez de Madrid. No podía la Unión Romani Madrid encontrar mejor forma de poner sello de oro a la conmemoración del Día de los Gitanos Madrileños.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

“Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”

Kamlé phrala (queridos hermanos y hermanas)
Kamle amalé (queridas amistades)

Nuestra organización gitana en Madrid quiere celebrar la clausura del Día de los Gitanos Madrileños con un recital de arte gitano a cargo de los hermanos Fernández Montoya (Juan Manuel, ‘Farruquito’ y Antonio, ‘Farru’). Dos auténticos genios del baile gitano que pertenecen a una estirpe incomparable de grandes artistas, siendo el tronco principal de tan grandioso arte flamenco el abuelo de estos jóvenes que desde muy niños ya apuntaron a ser auténticos genios. Y no quiero dejar esta breve semblanza sin mencionar al tercero de los hermanos, Manuel, conocido con el nombre artístico de ‘El Carpeta’. Todos ellos, con ser diferentes, han bebido en la misma fuente de pureza gitana que representó ‘Farruco’, el abuelo, al que tuve el gran honor de presentar, hace ya muchos años, en el escenario del Teatro Victoria de Barcelona.

A estos jóvenes hay que verlos bailar personalmente. Hace un par de meses estuve con ellos en el Tablao Flamenco “Cordobés” que dirige con mano maestra Luis Adame. Viví unos momentos inolvidables. A mi lado tenía a mi hija Carmen y a mi nietecita Julia que ya empieza a apuntar maneras cuando da sus primeros pasos bailando por “alegrías”. Y llegó el “fin de fiestas”. Ese momento en el que todos los que han intervenido en el espectáculo hacen algo. Farruquito y Farru estuvieron geniales, como siempre, y electrizaron a la sala. Tanto que por un momento creí que me iba a dar un momento de locura y que iba a cometer el mayor pecado de mi vida: subirme al escenario con ellos y darme, ¡sin saber!, una “pataita”. Gracias a Dios no lo hice, con lo que sigo conservando, creo, una cierta autoridad a la hora de emitir mis críticas.

No hace demasiados días los hermanos Fernández Montoya han dicho lo siguiente: “Somos diferentes en cuanto a edades y formas, pero con un mismo sentir… Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”.

Maravillosa definición de gitaneidad que todos los gitanos del mundo debemos tener presente a la hora de saber de dónde venimos y a donde vamos.

Les invito, pues, a que acudan a la Sala Roja de los Teatros del Canal que está en la calle Cea Bermudez de Madrid. No podía la Unión Romani Madrid encontrar mejor forma de poner sello de oro a la conmemoración del Día de los Gitanos Madrileños.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

“Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”

Kamlé phrala (queridos hermanos y hermanas)
Kamle amalé (queridas amistades)

Nuestra organización gitana en Madrid quiere celebrar la clausura del Día de los Gitanos Madrileños con un recital de arte gitano a cargo de los hermanos Fernández Montoya (Juan Manuel, ‘Farruquito’ y Antonio, ‘Farru’). Dos auténticos genios del baile gitano que pertenecen a una estirpe incomparable de grandes artistas, siendo el tronco principal de tan grandioso arte flamenco el abuelo de estos jóvenes que desde muy niños ya apuntaron a ser auténticos genios. Y no quiero dejar esta breve semblanza sin mencionar al tercero de los hermanos, Manuel, conocido con el nombre artístico de ‘El Carpeta’. Todos ellos, con ser diferentes, han bebido en la misma fuente de pureza gitana que representó ‘Farruco’, el abuelo, al que tuve el gran honor de presentar, hace ya muchos años, en el escenario del Teatro Victoria de Barcelona.

A estos jóvenes hay que verlos bailar personalmente. Hace un par de meses estuve con ellos en el Tablao Flamenco “Cordobés” que dirige con mano maestra Luis Adame. Viví unos momentos inolvidables. A mi lado tenía a mi hija Carmen y a mi nietecita Julia que ya empieza a apuntar maneras cuando da sus primeros pasos bailando por “alegrías”. Y llegó el “fin de fiestas”. Ese momento en el que todos los que han intervenido en el espectáculo hacen algo. Farruquito y Farru estuvieron geniales, como siempre, y electrizaron a la sala. Tanto que por un momento creí que me iba a dar un momento de locura y que iba a cometer el mayor pecado de mi vida: subirme al escenario con ellos y darme, ¡sin saber!, una “pataita”. Gracias a Dios no lo hice, con lo que sigo conservando, creo, una cierta autoridad a la hora de emitir mis críticas.

No hace demasiados días los hermanos Fernández Montoya han dicho lo siguiente: “Somos diferentes en cuanto a edades y formas, pero con un mismo sentir… Nosotros, los gitanos, nos miramos en el espejo de nuestros mayores para no olvidar nunca quienes somos en realidad”.

Maravillosa definición de gitaneidad que todos los gitanos del mundo debemos tener presente a la hora de saber de dónde venimos y a donde vamos.

Les invito, pues, a que acudan a la Sala Roja de los Teatros del Canal que está en la calle Cea Bermudez de Madrid. No podía la Unión Romani Madrid encontrar mejor forma de poner sello de oro a la conmemoración del Día de los Gitanos Madrileños.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

Tres hermanas gitanas mueren calcinadas en un incendio provocado mientras dormían

La Junta Directiva de la Unión Romani, reunida en el día de hoy en Madrid, conmocionada por la noticia que ha recorrido el mundo anunciando que tres hermanas gitanas habían perecido en Roma, mientras dormían en el interior de una furgoneta junto a sus padres y ocho hermanos más que lograron salir con vida del interior del vehículo, quiere hacer pública su indignación y su dolor por la tragedia que supone este criminal atentado.

Efectivamente, las primeras noticias que hemos logrado recabar muestran que el incendio fue provocado. Un vecino de un piso colindante al lugar donde estaba aparcada la furgoneta, alarmado por el fuerte ruido provocado por la explosión, filmó desde la ventana de su casa el incendio, al tiempo que una cámara de seguridad, instalada en el aparcamiento del supermercado donde la desgraciada familia tenía aparcado el vehículo, filmó las terribles imágenes del infierno producido por un individuo que, encapuchado, lanzó un coctel molotov contra el furgón que se convirtió en una hoguera devoradora. Una vez socado el incendio se tomaron muestras del líquido inflamable junto al tapón de la botella que, convertida en bomba, ocasionó aquel terrible infierno.

El matrimonio, gitanos pobrísimos de origen rumano, lograron salir del vehículo junto a ocho de sus once hijos, pero quienes no lo lograron fueron Elizabeth, joven gitana en la flor de la vida, de 20 años, así como sus dos hermanitas, Francesca, de ocho años y Angelica de solo cuatro añitos.

En este comunicado de urgencia queremos anunciar que desde la Unión Romani española, así como desde la Unión Romani Internacional vamos a iniciar una serie de acciones para el total esclarecimiento de los hechos y para que se tomen las medidas necesarias y urgentes para detener tanto al autor asesino del atentado como a quienes colectivamente puedan estar animando estos actos asesinos.

Sabemos que toda Italia está conmocionada -bueno, posiblemente toda Italia no, porque en la entrañable nación hermana anidan grupos violentamente racistas y organizaciones políticas de amplia implantación en el país que han animado actos violentos contra los gitanos-. Desde el presidente de la República hasta el Santo Padre se han manifestado condenando este terrible atentado. Lo agradecemos, pero nosotros queremos más. Y vamos a exigir más. Hay que decir basta a tanta barbarie. Hay que poner freno a tanto nazi asesino como circula impunemente por Europa. Hay que situar al margen de la ley a las formaciones políticas que presumen de “sangre limpia” y que se consideran cancerberos de una raza de súper hombres o súper mujeres. Tenemos que gritar con la fuerza con la que ya no pueden hacerlo Elisabeth, Francesca y Angélica, que los racistas no tienen espacio entre nosotros. Y eso hemos de hacerlo ahora. No mañana, ahora.

Y lo vamos a pedir. Lo vamos a exigir. En estos momentos de crisis en los que los valores supremos de la libertad y la fraternidad están siendo atacados en algunos países europeos, los demócratas no pueden permanecer en silencio. Y nuestros líderes, de derechas y de izquierda deben manifestarse con valentía diciéndoles a los populistas animadores del racismo que no tienen cabida entre nosotros. ¡Que se vayan! ¡Que no les queremos! Que nuestro modelo de sociedad es otro. Una sociedad donde los valores consagrados en la Declaración de los Derechos Humanos sean los que han de dirigir nuestra convivencia.

Y para hacer esto posible anunciamos desde aquí que vamos a propiciar una gran manifestación en Roma donde todos juntos, gitanos y gachés (payos), europeos de todas las naciones, inundemos la Ciudad Eterna para decir basta a los asesinos racistas y para pedir que alguna vez empiece a renacer en la vieja Europa los valores que hicieron de este continente la cuna un lugar ideal donde convivir.

Y a este empeño solidario invitamos a todos nuestros conciudadanos.

Por la Junta Directiva de la Unión Romani
Juan de Dios Ramirez Heredia
Vicepresidente de la Unión Romani Internacional

Tres hermanas gitanas mueren calcinadas en un incendio provocado mientras dormían

La Junta Directiva de la Unión Romani, reunida en el día de hoy en Madrid, conmocionada por la noticia que ha recorrido el mundo anunciando que tres hermanas gitanas habían perecido en Roma, mientras dormían en el interior de una furgoneta junto a sus padres y ocho hermanos más que lograron salir con vida del interior del vehículo, quiere hacer pública su indignación y su dolor por la tragedia que supone este criminal atentado.

Efectivamente, las primeras noticias que hemos logrado recabar muestran que el incendio fue provocado. Un vecino de un piso colindante al lugar donde estaba aparcada la furgoneta, alarmado por el fuerte ruido provocado por la explosión, filmó desde la ventana de su casa el incendio, al tiempo que una cámara de seguridad, instalada en el aparcamiento del supermercado donde la desgraciada familia tenía aparcado el vehículo, filmó las terribles imágenes del infierno producido por un individuo que, encapuchado, lanzó un coctel molotov contra el furgón que se convirtió en una hoguera devoradora. Una vez socado el incendio se tomaron muestras del líquido inflamable junto al tapón de la botella que, convertida en bomba, ocasionó aquel terrible infierno.

El matrimonio, gitanos pobrísimos de origen rumano, lograron salir del vehículo junto a ocho de sus once hijos, pero quienes no lo lograron fueron Elizabeth, joven gitana en la flor de la vida, de 20 años, así como sus dos hermanitas, Francesca, de ocho años y Angelica de solo cuatro añitos.

En este comunicado de urgencia queremos anunciar que desde la Unión Romani española, así como desde la Unión Romani Internacional vamos a iniciar una serie de acciones para el total esclarecimiento de los hechos y para que se tomen las medidas necesarias y urgentes para detener tanto al autor asesino del atentado como a quienes colectivamente puedan estar animando estos actos asesinos.

Sabemos que toda Italia está conmocionada -bueno, posiblemente toda Italia no, porque en la entrañable nación hermana anidan grupos violentamente racistas y organizaciones políticas de amplia implantación en el país que han animado actos violentos contra los gitanos-. Desde el presidente de la República hasta el Santo Padre se han manifestado condenando este terrible atentado. Lo agradecemos, pero nosotros queremos más. Y vamos a exigir más. Hay que decir basta a tanta barbarie. Hay que poner freno a tanto nazi asesino como circula impunemente por Europa. Hay que situar al margen de la ley a las formaciones políticas que presumen de “sangre limpia” y que se consideran cancerberos de una raza de súper hombres o súper mujeres. Tenemos que gritar con la fuerza con la que ya no pueden hacerlo Elisabeth, Francesca y Angélica, que los racistas no tienen espacio entre nosotros. Y eso hemos de hacerlo ahora. No mañana, ahora.

Y lo vamos a pedir. Lo vamos a exigir. En estos momentos de crisis en los que los valores supremos de la libertad y la fraternidad están siendo atacados en algunos países europeos, los demócratas no pueden permanecer en silencio. Y nuestros líderes, de derechas y de izquierda deben manifestarse con valentía diciéndoles a los populistas animadores del racismo que no tienen cabida entre nosotros. ¡Que se vayan! ¡Que no les queremos! Que nuestro modelo de sociedad es otro. Una sociedad donde los valores consagrados en la Declaración de los Derechos Humanos sean los que han de dirigir nuestra convivencia.

Y para hacer esto posible anunciamos desde aquí que vamos a propiciar una gran manifestación en Roma donde todos juntos, gitanos y gachés (payos), europeos de todas las naciones, inundemos la Ciudad Eterna para decir basta a los asesinos racistas y para pedir que alguna vez empiece a renacer en la vieja Europa los valores que hicieron de este continente la cuna un lugar ideal donde convivir.

Y a este empeño solidario invitamos a todos nuestros conciudadanos.

Por la Junta Directiva de la Unión Romani
Juan de Dios Ramirez Heredia
Vicepresidente de la Unión Romani Internacional

Tres hermanas gitanas mueren calcinadas en un incendio provocado mientras dormían

La Junta Directiva de la Unión Romani, reunida en el día de hoy en Madrid, conmocionada por la noticia que ha recorrido el mundo anunciando que tres hermanas gitanas habían perecido en Roma, mientras dormían en el interior de una furgoneta junto a sus padres y ocho hermanos más que lograron salir con vida del interior del vehículo, quiere hacer pública su indignación y su dolor por la tragedia que supone este criminal atentado.

Efectivamente, las primeras noticias que hemos logrado recabar muestran que el incendio fue provocado. Un vecino de un piso colindante al lugar donde estaba aparcada la furgoneta, alarmado por el fuerte ruido provocado por la explosión, filmó desde la ventana de su casa el incendio, al tiempo que una cámara de seguridad, instalada en el aparcamiento del supermercado donde la desgraciada familia tenía aparcado el vehículo, filmó las terribles imágenes del infierno producido por un individuo que, encapuchado, lanzó un coctel molotov contra el furgón que se convirtió en una hoguera devoradora. Una vez socado el incendio se tomaron muestras del líquido inflamable junto al tapón de la botella que, convertida en bomba, ocasionó aquel terrible infierno.

El matrimonio, gitanos pobrísimos de origen rumano, lograron salir del vehículo junto a ocho de sus once hijos, pero quienes no lo lograron fueron Elizabeth, joven gitana en la flor de la vida, de 20 años, así como sus dos hermanitas, Francesca, de ocho años y Angelica de solo cuatro añitos.

En este comunicado de urgencia queremos anunciar que desde la Unión Romani española, así como desde la Unión Romani Internacional vamos a iniciar una serie de acciones para el total esclarecimiento de los hechos y para que se tomen las medidas necesarias y urgentes para detener tanto al autor asesino del atentado como a quienes colectivamente puedan estar animando estos actos asesinos.

Sabemos que toda Italia está conmocionada -bueno, posiblemente toda Italia no, porque en la entrañable nación hermana anidan grupos violentamente racistas y organizaciones políticas de amplia implantación en el país que han animado actos violentos contra los gitanos-. Desde el presidente de la República hasta el Santo Padre se han manifestado condenando este terrible atentado. Lo agradecemos, pero nosotros queremos más. Y vamos a exigir más. Hay que decir basta a tanta barbarie. Hay que poner freno a tanto nazi asesino como circula impunemente por Europa. Hay que situar al margen de la ley a las formaciones políticas que presumen de “sangre limpia” y que se consideran cancerberos de una raza de súper hombres o súper mujeres. Tenemos que gritar con la fuerza con la que ya no pueden hacerlo Elisabeth, Francesca y Angélica, que los racistas no tienen espacio entre nosotros. Y eso hemos de hacerlo ahora. No mañana, ahora.

Y lo vamos a pedir. Lo vamos a exigir. En estos momentos de crisis en los que los valores supremos de la libertad y la fraternidad están siendo atacados en algunos países europeos, los demócratas no pueden permanecer en silencio. Y nuestros líderes, de derechas y de izquierda deben manifestarse con valentía diciéndoles a los populistas animadores del racismo que no tienen cabida entre nosotros. ¡Que se vayan! ¡Que no les queremos! Que nuestro modelo de sociedad es otro. Una sociedad donde los valores consagrados en la Declaración de los Derechos Humanos sean los que han de dirigir nuestra convivencia.

Y para hacer esto posible anunciamos desde aquí que vamos a propiciar una gran manifestación en Roma donde todos juntos, gitanos y gachés (payos), europeos de todas las naciones, inundemos la Ciudad Eterna para decir basta a los asesinos racistas y para pedir que alguna vez empiece a renacer en la vieja Europa los valores que hicieron de este continente la cuna un lugar ideal donde convivir.

Y a este empeño solidario invitamos a todos nuestros conciudadanos.

Por la Junta Directiva de la Unión Romani
Juan de Dios Ramirez Heredia
Vicepresidente de la Unión Romani Internacional

Mistó aviló M. Macron. Te avés baxtaló. (Bienvenido, señor Macron. Que sea feliz)

Emmanuel Macron

El nuevo presidente de la Republica, Sr. Emmanuel Macron ha declarado en su primera intervención oficial, tras conocerse su victoria en la elección presidencial, lo siguiente: “Me propongo proteger a los más débiles, a los más vulnerables luchando contra toda discriminación de desigualdad”.

Desde la UNION ROMANI española e interpretando el sentimiento de la UNION ROMANI INTERNACIONAL felicitamos al Sr. Macron al tiempo que manifestamos nuestra mejor esperanza para que se inicie en Francia, -la tierra que mejor supo proclamar la defensa de los Derechos Humanos-, el fin de las pasadas épocas de deportaciones masivas que condenó a miles de ciudadanos gitanos y europeos a retornar a sus países de origen donde morían a causa de la pobreza y la persecución.

Nos reconfortan las palabras del nuevo presidente. Su juventud es para nosotros motivo de confianza y de renovación para que se destierren las viejas concepciones del nacionalismo racista que tantas vidas costó en el pasado a los ciudadanos europeos. El triunfo de Emmanuel Macron, frente a la intolerancia y el racismo militante de la señora Marine Le Pen, supone un respiro de esperanza no solo para los 500.000 gitanos y gitanas que son ciudadanos franceses, sino para los ocho millones de gitanos y gitanas que vivimos y somos miembros de la Unión Europea.

Mistó aviló M. Macron. Te aves baxtaló. (Bienvenido, señor Macron. Que sea feliz) Tradicional saludo de los gitanos europeos.

Juan de Dios Ramirez Heredia
Vicepresidente de la Unión Romani Internacional
Ex Diputado del Parlamento Europeo (1986-1999)

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