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Hacienda nos roba y se roba a sí misma cuando mete la mano en nuestra cuenta corriente y se lleva el dinero

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Lo que el Ministerio de Hacienda está haciendo con las ONG de Acción Social no tiene nombre. Nos vapulea con normas y “Manuales de Instrucciones” donde se nos obliga a cumplir algunos requisitos que claman al cielo por arbitrarios e injustificados. Hace interpretaciones de sus propias normas que siempre nos quitan la razón, aunque nuestros argumentos para discrepar sean tan evidentes que los vería hasta un ciego. Para el ministro Montoro y sus edecanes las ONG de Acción Social deben ser un nido de delincuentes en potencia a los que hay que vigilar muy de cerca no sea cosa que sus dirigentes se hagan millonarios quedándose el dinero que se les concede para atender a los marginados, a los discapacitados, a la infancia, a los ancianos, a los enfermos, en definitiva, a aquellos a los que los poderes públicos no atienden como Dios manda y que, sin embargo, encuentran un camino de esperanza entre nosotros.

Digo todo esto, estimado lector, porque esta insaciable y desconsiderada Hacienda que padecemos, días pasados nos quitó, se llevó, nos robó 19.410,68 euros porque decía que no habíamos justificado adecuadamente una parte de la subvención que se nos concedió en el año 2010 (¡hace siete años!). Cantidad a la que añadió, para castigarnos con más severidad, nada menos que 5.096,11 euros por intereses de demora. Total 24.506,89 euros que volaron de nuestra cuenta corriente para alimentar el vientre insaciable de la Hidra de Lerna que con sus múltiples cabezas se comía todo lo que encontraba.

¿Y por qué la Hidra se llevó el dinero?

Porque la Hidra no tiene conciencia, y como es tan fuerte y tiene tantos tentáculos le importa una higa el sufrimiento de los demás. Les explicaré. Francisco Santiago Maya (Paco), conocido en toda España con el sobrenombre de “El Brillantina”, famoso porque fue la persona que cantó el Himno Gitano en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid ante sus Majestades los Reyes y el Gobierno de la nación en pleno, ha trabajado en la Unión Romaní como educador y mediador de conflictos durante muchos años. Ahora está felizmente jubilado. Y lo ha hecho con su correspondiente contrato de trabajo en toda regla desarrollando su actividad profesional en varias ciudades de la provincia de Barcelona. Paco es un gitano bueno, de origen granadino, hecho a sí mismo y profundamente enraizado en la base más humilde de nuestro pueblo de la que procede. Por eso, hace muchos años, le propuse que formara parte de la Junta Directiva de la Unión Romaní, habiendo sido reelegido en cuantas Asambleas Generales ha aparecido su candidatura. Tener a Paco “El Brillantina” en la Junta Directiva de cualquier asociación gitana es un lujo y un ejemplo vivo de lo que pretendemos con la incorporación a la vida laboral de nuestra gente.

Pues no. La Hidra de Lerna que desde dentro del Partido Popular trabaja para que pierda las próximas elecciones, en su demostrada e incansable actividad de ir en contra de las ONG de Acción Social, ha dicho que los miembros de las Juntas Directivas de las asociaciones no pueden cobrar un sueldo con cargo a las subvenciones que reciben. Así lo dice la ley y así lo aceptamos. Convencidos, además, porque nos parece una disposición saludable para evitar abusos y corruptelas. Pero este no es el caso de Paco. Paco no ha cobrado nunca ni un céntimo por ser miembro de la Junta Directiva de la Unión Romaní. Paco ha desarrollado su duro trabajo en los barrios más conflictivos de Barcelona y su conurbación y, por eso, ha cobrado un sueldo más bien ridículo. Pero Paco, que es un gitano serio y comprometido, ha regalado parte de su tiempo en aportar a nuestra organización su tiempo y sus conocimientos para que la labor que desarrollamos diera los mejores frutos.

¡Pues no! Lo hemos defendido por activa y por pasiva. Hemos interpuesto todos los recursos que la ley administrativa permite para hacer ver a los funcionarios de Montoro en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que Paco “El Brillantina” jamás ha cobrado ni una peseta, ni un euro, por ser miembro de la Junta Directiva. ¡Que, si te vi, morena! No se bajan del burro. Lo que nos ha obligado a interponer ante la Audiencia Nacional el correspondiente recurso con el fin de que sea este alto tribunal quien imponga un ápice de sentido común allí donde solo rige la interpretación literal de lo que las orejeras de burro dejan ver en la fría lectura de las normas.

Hacienda no espera. Te meten la mano en el bolsillo sin esperar a que un tribunal sentencie quien lleva razón

Estamos pendientes de la sentencia. Pero a los hijos políticos de Don Cristóbal Montoro les da exactamente igual. Para los interventores de este Ministerio de Hacienda, lo de la división de poderes del ínclito Montesquieu es cosa del pasado. Ellos se constituyen en poder ejecutivo y judicial al mismo tiempo. ¿Para qué esperar a que algún juez se le ocurra darnos la razón utilizando los argumentos que, en su día, en una clarificadora sentencia, utilizó el Tribunal de Cuentas? El Ministerio “… debe formar libremente su convicción acerca de los hechos alegados a la vista del resultado de las pruebas y empleando las reglas de la lógica, la experiencia y el conocimiento de la  vida (…)”. Para terminar diciendo que se debe “(…) huir de interpretaciones literales para buscar la realidad del gasto y la finalidad”

Pero lo malo es que esto va de mal en peor

Con lo que está cayendo en estos días, uno escucha a Rajoy con más interés que nunca porque en sus palabras siempre queda en el aire una incógnita. Debe ser por aquello de que cuando te encuentras a un gallego en una escalera lo difícil es saber si sube o baja. Días pasados le oí decir algo que me pareció plausible, porque responde a las reglas de la lógica. “¿Por qué cambiar algo que funciona, si además funciona bien?”. Pues no, Don Mariano. Su ministro de Hacienda le contradice y le desautoriza. Claro que su comportamiento estaría justificado si, como dicen en el ala más conservadora de su partido, “Montoro es socialdemócrata”. ¡Líbrenos Dios, porque si fuera así la desbandada en el PSOE sería antológica!

Antes se actuaba con más sentido común. Y hablo con conocimiento y por experiencia. Hace unos años la Unión Romaní se vio igualmente impelida por Hacienda a devolver unas cantidades que los controladores del ministerio entendieron que no estaban bien justificadas. Eso es normal, sobre todo si quien inspecciona tiene una especial cualidad para ver posibles fraudes incluso donde no los hay.

Pues bien, una vez recibido el aviso de pago de la delegación de Hacienda en Barcelona hicimos el correspondiente escrito solicitando que se suspendiera la orden de devolución hasta que la Audiencia Nacional dictara sentencia. El Delegado de Hacienda de entonces, un tipo de una sensibilidad exquisita, natural de Jerez de la Frontera ―algo tiene el agua cuando la bendicen― de nombre Miguel Parra Ortega, entendió nuestras razones y determinó suspender la orden de devolución hasta que la Audiencia Nacional resolviera. Y la Audiencia Nacional nos dio la razón y aquí paz y luego gloria.

Que no, Don Mariano, que no. Que su ministro de Hacienda se ha propuesto poner en su contra hasta a sus seguidores más fieles.  Para el Sr. Montoro y sus subordinados hay que seguir una norma: a las ONG de Acción Social no hay que dejarlas respirar. Las ONG son el enemigo y los tres millones de votos que suponen los voluntarios del Tercer Sector que se vayan con viento fresco y que voten a otros que les traten simplemente con justicia y equidad. ¡Que torpeza, Señor, que torpeza!

Pero queda la traca final

Lo que les voy a contar a continuación es increíble. La Unión Romaní es una ONG que defiende los derechos de gente marginada, la mayoría de las cuales viven en situación de exclusión. Somos pobres de solemnidad. No tenemos más recursos que los que proceden de los poderes públicos. Pues bien, Montoro se ha robado a sí mismo, porque los 24.506,89 euros que nos ha quitado alevosamente de nuestra cuenta corriente proceden de la subvención con que este año estamos realizando un programa de lucha contra el absentismo escolar de muchos niños gitanos y otro de empleo juvenil. Esos programas los hemos tenido que suspender. No podemos pagar ni a los monitores ni a los educadores que velan por que los niños no falten a la escuela.

Pero lo más grave es que cuando los inspectores comprueben que estos programas no se han realizado plenamente nos reclamarán los 24.506,89 euros que no han sido gastados y, por lo tanto, no han podido ser justificados. ¿Y que les diremos? Pues que se los pidan a Montoro o a sus interventores que son los autores del expolio.

Y todo esto ¿por qué? Porque unos Torquemadas que son incapaces de ver más allá de lo que dice la letra escrita, se han empecinado, entre otras cosas, en negarle el sueldo a nuestro trabajador, Paco “El Brillantina”, ya que, según ellos, en el año 2010 era miembro de nuestra Junta Directiva.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

Hacienda nos roba y se roba a sí misma cuando mete la mano en nuestra cuenta corriente y se lleva el dinero

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Lo que el Ministerio de Hacienda está haciendo con las ONG de Acción Social no tiene nombre. Nos vapulea con normas y “Manuales de Instrucciones” donde se nos obliga a cumplir algunos requisitos que claman al cielo por arbitrarios e injustificados. Hace interpretaciones de sus propias normas que siempre nos quitan la razón, aunque nuestros argumentos para discrepar sean tan evidentes que los vería hasta un ciego. Para el ministro Montoro y sus edecanes las ONG de Acción Social deben ser un nido de delincuentes en potencia a los que hay que vigilar muy de cerca no sea cosa que sus dirigentes se hagan millonarios quedándose el dinero que se les concede para atender a los marginados, a los discapacitados, a la infancia, a los ancianos, a los enfermos, en definitiva, a aquellos a los que los poderes públicos no atienden como Dios manda y que, sin embargo, encuentran un camino de esperanza entre nosotros.

Digo todo esto, estimado lector, porque esta insaciable y desconsiderada Hacienda que padecemos, días pasados nos quitó, se llevó, nos robó 19.410,68 euros porque decía que no habíamos justificado adecuadamente una parte de la subvención que se nos concedió en el año 2010 (¡hace siete años!). Cantidad a la que añadió, para castigarnos con más severidad, nada menos que 5.096,11 euros por intereses de demora. Total 24.506,89 euros que volaron de nuestra cuenta corriente para alimentar el vientre insaciable de la Hidra de Lerna que con sus múltiples cabezas se comía todo lo que encontraba.

¿Y por qué la Hidra se llevó el dinero?

Porque la Hidra no tiene conciencia, y como es tan fuerte y tiene tantos tentáculos le importa una higa el sufrimiento de los demás. Les explicaré. Francisco Santiago Maya (Paco), conocido en toda España con el sobrenombre de “El Brillantina”, famoso porque fue la persona que cantó el Himno Gitano en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid ante sus Majestades los Reyes y el Gobierno de la nación en pleno, ha trabajado en la Unión Romaní como educador y mediador de conflictos durante muchos años. Ahora está felizmente jubilado. Y lo ha hecho con su correspondiente contrato de trabajo en toda regla desarrollando su actividad profesional en varias ciudades de la provincia de Barcelona. Paco es un gitano bueno, de origen granadino, hecho a sí mismo y profundamente enraizado en la base más humilde de nuestro pueblo de la que procede. Por eso, hace muchos años, le propuse que formara parte de la Junta Directiva de la Unión Romaní, habiendo sido reelegido en cuantas Asambleas Generales ha aparecido su candidatura. Tener a Paco “El Brillantina” en la Junta Directiva de cualquier asociación gitana es un lujo y un ejemplo vivo de lo que pretendemos con la incorporación a la vida laboral de nuestra gente.

Pues no. La Hidra de Lerna que desde dentro del Partido Popular trabaja para que pierda las próximas elecciones, en su demostrada e incansable actividad de ir en contra de las ONG de Acción Social, ha dicho que los miembros de las Juntas Directivas de las asociaciones no pueden cobrar un sueldo con cargo a las subvenciones que reciben. Así lo dice la ley y así lo aceptamos. Convencidos, además, porque nos parece una disposición saludable para evitar abusos y corruptelas. Pero este no es el caso de Paco. Paco no ha cobrado nunca ni un céntimo por ser miembro de la Junta Directiva de la Unión Romaní. Paco ha desarrollado su duro trabajo en los barrios más conflictivos de Barcelona y su conurbación y, por eso, ha cobrado un sueldo más bien ridículo. Pero Paco, que es un gitano serio y comprometido, ha regalado parte de su tiempo en aportar a nuestra organización su tiempo y sus conocimientos para que la labor que desarrollamos diera los mejores frutos.

¡Pues no! Lo hemos defendido por activa y por pasiva. Hemos interpuesto todos los recursos que la ley administrativa permite para hacer ver a los funcionarios de Montoro en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que Paco “El Brillantina” jamás ha cobrado ni una peseta, ni un euro, por ser miembro de la Junta Directiva. ¡Que, si te vi, morena! No se bajan del burro. Lo que nos ha obligado a interponer ante la Audiencia Nacional el correspondiente recurso con el fin de que sea este alto tribunal quien imponga un ápice de sentido común allí donde solo rige la interpretación literal de lo que las orejeras de burro dejan ver en la fría lectura de las normas.

Hacienda no espera. Te meten la mano en el bolsillo sin esperar a que un tribunal sentencie quien lleva razón

Estamos pendientes de la sentencia. Pero a los hijos políticos de Don Cristóbal Montoro les da exactamente igual. Para los interventores de este Ministerio de Hacienda, lo de la división de poderes del ínclito Montesquieu es cosa del pasado. Ellos se constituyen en poder ejecutivo y judicial al mismo tiempo. ¿Para qué esperar a que algún juez se le ocurra darnos la razón utilizando los argumentos que, en su día, en una clarificadora sentencia, utilizó el Tribunal de Cuentas? El Ministerio “… debe formar libremente su convicción acerca de los hechos alegados a la vista del resultado de las pruebas y empleando las reglas de la lógica, la experiencia y el conocimiento de la  vida (…)”. Para terminar diciendo que se debe “(…) huir de interpretaciones literales para buscar la realidad del gasto y la finalidad”

Pero lo malo es que esto va de mal en peor

Con lo que está cayendo en estos días, uno escucha a Rajoy con más interés que nunca porque en sus palabras siempre queda en el aire una incógnita. Debe ser por aquello de que cuando te encuentras a un gallego en una escalera lo difícil es saber si sube o baja. Días pasados le oí decir algo que me pareció plausible, porque responde a las reglas de la lógica. “¿Por qué cambiar algo que funciona, si además funciona bien?”. Pues no, Don Mariano. Su ministro de Hacienda le contradice y le desautoriza. Claro que su comportamiento estaría justificado si, como dicen en el ala más conservadora de su partido, “Montoro es socialdemócrata”. ¡Líbrenos Dios, porque si fuera así la desbandada en el PSOE sería antológica!

Antes se actuaba con más sentido común. Y hablo con conocimiento y por experiencia. Hace unos años la Unión Romaní se vio igualmente impelida por Hacienda a devolver unas cantidades que los controladores del ministerio entendieron que no estaban bien justificadas. Eso es normal, sobre todo si quien inspecciona tiene una especial cualidad para ver posibles fraudes incluso donde no los hay.

Pues bien, una vez recibido el aviso de pago de la delegación de Hacienda en Barcelona hicimos el correspondiente escrito solicitando que se suspendiera la orden de devolución hasta que la Audiencia Nacional dictara sentencia. El Delegado de Hacienda de entonces, un tipo de una sensibilidad exquisita, natural de Jerez de la Frontera ―algo tiene el agua cuando la bendicen― de nombre Miguel Parra Ortega, entendió nuestras razones y determinó suspender la orden de devolución hasta que la Audiencia Nacional resolviera. Y la Audiencia Nacional nos dio la razón y aquí paz y luego gloria.

Que no, Don Mariano, que no. Que su ministro de Hacienda se ha propuesto poner en su contra hasta a sus seguidores más fieles.  Para el Sr. Montoro y sus subordinados hay que seguir una norma: a las ONG de Acción Social no hay que dejarlas respirar. Las ONG son el enemigo y los tres millones de votos que suponen los voluntarios del Tercer Sector que se vayan con viento fresco y que voten a otros que les traten simplemente con justicia y equidad. ¡Que torpeza, Señor, que torpeza!

Pero queda la traca final

Lo que les voy a contar a continuación es increíble. La Unión Romaní es una ONG que defiende los derechos de gente marginada, la mayoría de las cuales viven en situación de exclusión. Somos pobres de solemnidad. No tenemos más recursos que los que proceden de los poderes públicos. Pues bien, Montoro se ha robado a sí mismo, porque los 24.506,89 euros que nos ha quitado alevosamente de nuestra cuenta corriente proceden de la subvención con que este año estamos realizando un programa de lucha contra el absentismo escolar de muchos niños gitanos y otro de empleo juvenil. Esos programas los hemos tenido que suspender. No podemos pagar ni a los monitores ni a los educadores que velan por que los niños no falten a la escuela.

Pero lo más grave es que cuando los inspectores comprueben que estos programas no se han realizado plenamente nos reclamarán los 24.506,89 euros que no han sido gastados y, por lo tanto, no han podido ser justificados. ¿Y que les diremos? Pues que se los pidan a Montoro o a sus interventores que son los autores del expolio.

Y todo esto ¿por qué? Porque unos Torquemadas que son incapaces de ver más allá de lo que dice la letra escrita, se han empecinado, entre otras cosas, en negarle el sueldo a nuestro trabajador, Paco “El Brillantina”, ya que, según ellos, en el año 2010 era miembro de nuestra Junta Directiva.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

La “mala bají” de los gitanos agredidos en Fortuna (Murcia)

El somatén

He querido titular este relato haciendo referencia al contraste que supone “la mala fortuna” (tchorrí bají) que han tenido algunas familias gitanas que habían ocupado ilegalmente, por lo visto, unas viviendas en una localidad murciana que lleva por patronímico el precioso nombre de Fortuna. Todos los gitanos hacemos uso del término “fortuna” o de sus sinónimos “suerte”, “felicidad”, “abundancia” (bají, baxt, baxtalipen), de tal manera que el saludo más tradicional de todos los gitanos del mundo es decirnos cuando nos encontramos, o nos despedimos, “te avés báxtalo” que quiere decir “que seas feliz”, “que tengas fortuna”.

Pues no ha sido así para las ocho familias gitanas que se instalaron hace más de un año y medio en unas casas vacías que hay tras el Instituto de la localidad. Y a partir de aquí ya se pueden imaginar el resto. Estas familias fueron acusadas de alterar la pacífica convivencia ciudadana, siendo la acusación más importante a la que hemos tenido acceso la de que “abrían los coches para robar”. Curiosa acusación porque hoy en día ya nadie abre los coches porque ya no hay nada en ellos que robar. Hace años era un reclamo los radiocasetes. Hoy ni siquiera eso tiene atractivo para los cacos. Cuando un delincuente abre un coche, si puede, lo hace para llevárselo.

Pero los muy intrépidos ciudadanos de Fortuna, molestos con la vecindad de estas familias, decidieron constituirse en un “grupo de acción ciudadana” que por sus consecuencias nos ha recordado más al viejo y trasnochado Ku Kux Klan que al cuerpo paramilitar que los catalanes denominaron “somatén”, palabra del catalán “som atent” (estamos atentos), que gozó de la protección de la dictadura del general Primo de Rivera y del consentimiento del general Franco. El Somatén quedó disuelto con la llegada de la democracia a España en 1978.

Pero algunos vecinos de Fortuna decidieron constituirse en “grupo de acción ciudadana” para ejercer de policías y de jueces en la defensa de lo que ellos pudieran entender que las autoridades legítimas del lugar no lo estaban haciendo adecuadamente. Y decidieron actuar, impulsados por el hecho de que un miembro de las familias gitanas “okupas” se enfrentó a un socorrista de la piscina del pueblo. El hecho trascendió y el ayuntamiento denunció al gitano camorrista “por alterar el orden público y gritar”. El mismo alcalde de Fortuna, don José Enrique Gil, ha manifestado públicamente que “nunca hubo agresión física sino verbal” ni que en ningún momento nadie exhibiera una navaja. Y aquí podría haber terminado el incidente a la espera de que el juzgado se pronuncie tras la denuncia interpuesta por el ayuntamiento.

Finalmente, catorce manifestantes decidieron linchar a los gitanos

Pero no, el cabecilla del nuevo somatén murciano quería acción inmediata. Nada de esperar a que los jueces dicten sentencia y las autoridades la hagan cumplir. Para los promotores, el Estado de Derecho y el respeto a las reglas de convivencia que nos hemos dado todos los españoles no eran suficiente garantía. Por eso decidieron movilizar a unos cuantos vecinos de Fortuna utilizando los modernos medios de comunicación. Seguramente inspirados por Donald Trump, el enloquecido presidente de los Estados Unidos que días pasados fue advertido por las Naciones Unidas por no condenar “de forma inequívoca e incondicional” las manifestaciones de racismo ocurridas en Charlottesville que es una pequeña ciudad universitaria de Virginia.

Durante algunos días los teléfonos de los habitantes de Fortuna echaban fuego. Las modernas fuentes de comunicación, especialmente las soportadas por internet, Twitter y WhatsApp, estuvieron convocando a los vecinos para manifestarse ante al ayuntamiento y reclamar la expulsión de la ciudad de los vecinos instalados ilegalmente en las casas vacías. Pero lo que no sabían esos insensatos convocantes de este tipo de manifestaciones es que “las redes, como las armas, las carga el Diablo”. Y sucedió lo que ya conocemos de otros pueblos españoles donde los gitanos hemos sufrido ese mismo calvario. Cortegana en Huelva, Mancha Real en Jaén, Estepa en Sevilla donde los tribunales han imputado gravemente a los manifestantes gadchés (payos) delitos penalmente graves por atacar con violencia física a las personas y a las casas donde vivían personas, ―niños y ancianos―, inocentes de haber cometido ningún delito.

Y pasó lo que tenía que pasar. La historia siempre se repite. Los convocantes de manifestaciones contra los gitanos siempre ponen como punto de concentración la plaza del ayuntamiento. Y aunque las autoridades municipales adviertan que no podrán derivar su marcha ante las viviendas ocupadas por los gitanos, nunca hacen caso y acaban atacando con violencia tanto a las personas como las viviendas que ocupan. La Federación de Asociaciones Gitanas en Murcia lo ha denunciado públicamente con estas palabras: “(…) una masa enfervorecida de payos protagonizó una serie de ataques contra unas familias gitanas residentes en Fortuna (Murcia). Durante los disturbios se produjeron apedreamientos de las familias gitanas (niños y niñas, personas mayores, enfermos e incluso discapacitados), agresiones físicas y verbales tanto hacia las personas gitanas como hacia los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil y diversos daños en las propiedades llegando los agresores incluso a volcar un vehículo”.

¡Bien por la Guardia Civil!

Como suele decirse, a mí no se me caen los anillos por alabar la actuación de la Benemérita cuando hay motivos para hacerlo. Y en esta ocasión los hay. Igual que lo hice en Cortegana (Huelva) cuando junto a mis compañeros gitanos abogados, Diego Luis Fernández y Carmen Santiago, intervenimos en la defensa de las familias gitanas agredidas y en contra de los racistas que tan cobardemente les atacaron. Y llegados a este punto, permítanme un ligero recuerdo de carácter personal que ni siquiera Federico García Lorca hubiera sido capaz de imaginar.

Tuvimos suerte los gitanos porque el juez que estaba al frente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Aracena era un magistrado joven, recién salido de la escuela judicial de Barcelona, para el que esta función era su primer destino. Desde el primer momento tuvimos la impresión de que habíamos caído en buenas manos. Y así fue. Tuve que desplazarme muchas veces desde Barcelona a Aracena, pero mereció la pena. El juez instructor tomó declaración a 24 personas en calidad de imputados, mientras que a otras 27 las hizo declarar en calidad de testigos. Y al final tras finalizar las diligencias previas, emitió un auto imputando a 16 personas que tuvieron que comparecer en la vista oral que se celebró en la ciudad de Huelva.

Los Guardias declaran ante el juez

Pues bien, en el transcurso de estas diligencias, un día el juez llamó a declarar a los agentes de la Guardia Civil que intervinieron en aquel zafarrancho. Creo recordar que eran tres. Pero cuando llegué al juzgado aquella mañana me estaba esperando a la entrada del edificio el sargento que ejercía las funciones de comandante del puesto Un señor muy amable, de mediana edad, con cara de Guardia Civil que hubiera sido reconocido como tal aún sin uniforme. Me saludó militarmente y me dijo con muy buen tono:

― Señor letrado, permítame que le informe del comportamiento ejemplar que siguieron mis guardias en los incidentes que son objeto de esta instrucción. Usted sabrá que también ellos fueron objeto de la agresión de los manifestantes en aquella desgraciada noche. Le ruego que lo tenga usted en cuenta cuando proceda a interrogarlos.

Le tranquilicé y le dije que no temiera nada de nosotros que éramos bien conocedores del comportamiento de la Benemérita en el día de autos. Sí le dije, no obstante, que intentaría que sus testimonios fueran los más inculpadores posibles contra los racistas que atacaron con violencia a los inocentes gitanos del lugar. Lo entendió.
Y aquí es donde entra Federico García Lorca. El gran poeta granadino que escribió el “Prendimiento de Antoñito el Camborio” que, ¿quién sabe?, lo mismo fue una causa más que le llevó ante el pelotón de fusilamiento.

Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.

¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.

Esto nunca lo pudo imaginar Federico

¡Lástima de cámara oculta que hubiera filmado, como homenaje al autor del Romancero Gitano, la siguiente escena:!

Una vez hechas las observaciones que el juez estimó pertinentes al primero de los guardias que llamó a declarar, nos cedió la palabra a los letrados.

― Con la venia, Señoría ―dije fijando mi mirada en el Guardia Civil que con extremada seriedad permanecía firme ante mi― Quisiera que usted se ratificara en que el imputado señor (X) fue uno de los que usted vio tirar piedras contra las viviendas que ocupaban los gitanos de la barriada de Las Eritas.

― Me ratifico porque yo estaba cerca de él y le conozco como vecino de Cortegana.

― ¿Le llamó usted la atención en algún momento? ¿Hizo algo para impedir que continuara con su agresión?

― Por supuesto. Le dije que dejara de tirar piedras, pero hizo caso omiso porque junto a él otras personas hacían lo mismo.

― ¿Cómo eran las piedras, señor Guardia? ¿Grandes, medianas, pequeñas?

A esta pregunta el guardia no supo que contestar y tan solo dijo:

― Eran piedras normales. ¿Qué quiere usted que le diga, señor letrado? Normales.

― Vamos a ver ―le dije intentando ayudarle para que su respuesta fuera más precisa― No es igual el daño que puede causar una piedra pequeña arrojada contra una ventana que un pedrusco de grandes dimensiones. Hágame el favor, si no le importa, de señalarme con sus manos el tamaño aproximado de las piedras usted vio lanzar al señor (X) contra las casas de los gitanos.

El bueno del agente no dudó en señalar con sus dos manos el tamaño aproximado que puede tener un adoquín de los que empiedran nuestras calles.

Creo que en aquel momento un chorro de aire fresco me sacudió el cogote e intuí que era Federico, ―que lo fusilaron muchos años antes de que yo naciera―, quien, con su voz de terciopelo, sorprendido por lo que ni él mismo fue capaz de imaginar, ―que un gitano interrogara a un Guardia Civil―, me recitó esta estrofa de su “Romance de la Guardia Civil Española”

¡Oh ciudad de los gitanos!
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita.

¡Oh ciudad de los gitanos!
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela.

Hasta aquí este flash de mi memoria porque mi amigo Diego Fernández está empeñado en que deberíamos escribir un libro narrando como fue aquel juicio, primero en la historia de España, en la que unos abogados gitanos asumían ante los tribunales la defensa de otros gitanos que fueron víctimas del odio y la cólera de otros ciudadanos embrutecidos.

Fortuna hará honor a su nombre

Los representantes gitanos murcianos se han entrevistado con el Delegado del Gobierno en la Región para recabar su ayuda y han salido esperanzados del encuentro. Don Antonio Sánchez-Solís de Querol, les confirmó que la investigación de la Guardia Civil ha identificado y puesto a disposición judicial a 14 personas acusadas de los disturbios y de las agresiones que hemos descrito.

Pues que siga la buena racha para que Federico, desde donde esté, entienda que lo del enfrentamiento entre guardias civiles y gitanos ha empezado a cambiar en España.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romani

La “mala bají” de los gitanos agredidos en Fortuna (Murcia)

El somatén

He querido titular este relato haciendo referencia al contraste que supone “la mala fortuna” (tchorrí bají) que han tenido algunas familias gitanas que habían ocupado ilegalmente, por lo visto, unas viviendas en una localidad murciana que lleva por patronímico el precioso nombre de Fortuna. Todos los gitanos hacemos uso del término “fortuna” o de sus sinónimos “suerte”, “felicidad”, “abundancia” (bají, baxt, baxtalipen), de tal manera que el saludo más tradicional de todos los gitanos del mundo es decirnos cuando nos encontramos, o nos despedimos, “te avés báxtalo” que quiere decir “que seas feliz”, “que tengas fortuna”.

Pues no ha sido así para las ocho familias gitanas que se instalaron hace más de un año y medio en unas casas vacías que hay tras el Instituto de la localidad. Y a partir de aquí ya se pueden imaginar el resto. Estas familias fueron acusadas de alterar la pacífica convivencia ciudadana, siendo la acusación más importante a la que hemos tenido acceso la de que “abrían los coches para robar”. Curiosa acusación porque hoy en día ya nadie abre los coches porque ya no hay nada en ellos que robar. Hace años era un reclamo los radiocasetes. Hoy ni siquiera eso tiene atractivo para los cacos. Cuando un delincuente abre un coche, si puede, lo hace para llevárselo.

Pero los muy intrépidos ciudadanos de Fortuna, molestos con la vecindad de estas familias, decidieron constituirse en un “grupo de acción ciudadana” que por sus consecuencias nos ha recordado más al viejo y trasnochado Ku Kux Klan que al cuerpo paramilitar que los catalanes denominaron “somatén”, palabra del catalán “som atent” (estamos atentos), que gozó de la protección de la dictadura del general Primo de Rivera y del consentimiento del general Franco. El Somatén quedó disuelto con la llegada de la democracia a España en 1978.

Pero algunos vecinos de Fortuna decidieron constituirse en “grupo de acción ciudadana” para ejercer de policías y de jueces en la defensa de lo que ellos pudieran entender que las autoridades legítimas del lugar no lo estaban haciendo adecuadamente. Y decidieron actuar, impulsados por el hecho de que un miembro de las familias gitanas “okupas” se enfrentó a un socorrista de la piscina del pueblo. El hecho trascendió y el ayuntamiento denunció al gitano camorrista “por alterar el orden público y gritar”. El mismo alcalde de Fortuna, don José Enrique Gil, ha manifestado públicamente que “nunca hubo agresión física sino verbal” ni que en ningún momento nadie exhibiera una navaja. Y aquí podría haber terminado el incidente a la espera de que el juzgado se pronuncie tras la denuncia interpuesta por el ayuntamiento.

Finalmente, catorce manifestantes decidieron linchar a los gitanos

Pero no, el cabecilla del nuevo somatén murciano quería acción inmediata. Nada de esperar a que los jueces dicten sentencia y las autoridades la hagan cumplir. Para los promotores, el Estado de Derecho y el respeto a las reglas de convivencia que nos hemos dado todos los españoles no eran suficiente garantía. Por eso decidieron movilizar a unos cuantos vecinos de Fortuna utilizando los modernos medios de comunicación. Seguramente inspirados por Donald Trump, el enloquecido presidente de los Estados Unidos que días pasados fue advertido por las Naciones Unidas por no condenar “de forma inequívoca e incondicional” las manifestaciones de racismo ocurridas en Charlottesville que es una pequeña ciudad universitaria de Virginia.

Durante algunos días los teléfonos de los habitantes de Fortuna echaban fuego. Las modernas fuentes de comunicación, especialmente las soportadas por internet, Twitter y WhatsApp, estuvieron convocando a los vecinos para manifestarse ante al ayuntamiento y reclamar la expulsión de la ciudad de los vecinos instalados ilegalmente en las casas vacías. Pero lo que no sabían esos insensatos convocantes de este tipo de manifestaciones es que “las redes, como las armas, las carga el Diablo”. Y sucedió lo que ya conocemos de otros pueblos españoles donde los gitanos hemos sufrido ese mismo calvario. Cortegana en Huelva, Mancha Real en Jaén, Estepa en Sevilla donde los tribunales han imputado gravemente a los manifestantes gadchés (payos) delitos penalmente graves por atacar con violencia física a las personas y a las casas donde vivían personas, ―niños y ancianos―, inocentes de haber cometido ningún delito.

Y pasó lo que tenía que pasar. La historia siempre se repite. Los convocantes de manifestaciones contra los gitanos siempre ponen como punto de concentración la plaza del ayuntamiento. Y aunque las autoridades municipales adviertan que no podrán derivar su marcha ante las viviendas ocupadas por los gitanos, nunca hacen caso y acaban atacando con violencia tanto a las personas como las viviendas que ocupan. La Federación de Asociaciones Gitanas en Murcia lo ha denunciado públicamente con estas palabras: “(…) una masa enfervorecida de payos protagonizó una serie de ataques contra unas familias gitanas residentes en Fortuna (Murcia). Durante los disturbios se produjeron apedreamientos de las familias gitanas (niños y niñas, personas mayores, enfermos e incluso discapacitados), agresiones físicas y verbales tanto hacia las personas gitanas como hacia los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil y diversos daños en las propiedades llegando los agresores incluso a volcar un vehículo”.

¡Bien por la Guardia Civil!

Como suele decirse, a mí no se me caen los anillos por alabar la actuación de la Benemérita cuando hay motivos para hacerlo. Y en esta ocasión los hay. Igual que lo hice en Cortegana (Huelva) cuando junto a mis compañeros gitanos abogados, Diego Luis Fernández y Carmen Santiago, intervenimos en la defensa de las familias gitanas agredidas y en contra de los racistas que tan cobardemente les atacaron. Y llegados a este punto, permítanme un ligero recuerdo de carácter personal que ni siquiera Federico García Lorca hubiera sido capaz de imaginar.

Tuvimos suerte los gitanos porque el juez que estaba al frente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Aracena era un magistrado joven, recién salido de la escuela judicial de Barcelona, para el que esta función era su primer destino. Desde el primer momento tuvimos la impresión de que habíamos caído en buenas manos. Y así fue. Tuve que desplazarme muchas veces desde Barcelona a Aracena, pero mereció la pena. El juez instructor tomó declaración a 24 personas en calidad de imputados, mientras que a otras 27 las hizo declarar en calidad de testigos. Y al final tras finalizar las diligencias previas, emitió un auto imputando a 16 personas que tuvieron que comparecer en la vista oral que se celebró en la ciudad de Huelva.

Los Guardias declaran ante el juez

Pues bien, en el transcurso de estas diligencias, un día el juez llamó a declarar a los agentes de la Guardia Civil que intervinieron en aquel zafarrancho. Creo recordar que eran tres. Pero cuando llegué al juzgado aquella mañana me estaba esperando a la entrada del edificio el sargento que ejercía las funciones de comandante del puesto Un señor muy amable, de mediana edad, con cara de Guardia Civil que hubiera sido reconocido como tal aún sin uniforme. Me saludó militarmente y me dijo con muy buen tono:

― Señor letrado, permítame que le informe del comportamiento ejemplar que siguieron mis guardias en los incidentes que son objeto de esta instrucción. Usted sabrá que también ellos fueron objeto de la agresión de los manifestantes en aquella desgraciada noche. Le ruego que lo tenga usted en cuenta cuando proceda a interrogarlos.

Le tranquilicé y le dije que no temiera nada de nosotros que éramos bien conocedores del comportamiento de la Benemérita en el día de autos. Sí le dije, no obstante, que intentaría que sus testimonios fueran los más inculpadores posibles contra los racistas que atacaron con violencia a los inocentes gitanos del lugar. Lo entendió.
Y aquí es donde entra Federico García Lorca. El gran poeta granadino que escribió el “Prendimiento de Antoñito el Camborio” que, ¿quién sabe?, lo mismo fue una causa más que le llevó ante el pelotón de fusilamiento.

Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.

¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.

Esto nunca lo pudo imaginar Federico

¡Lástima de cámara oculta que hubiera filmado, como homenaje al autor del Romancero Gitano, la siguiente escena:!

Una vez hechas las observaciones que el juez estimó pertinentes al primero de los guardias que llamó a declarar, nos cedió la palabra a los letrados.

― Con la venia, Señoría ―dije fijando mi mirada en el Guardia Civil que con extremada seriedad permanecía firme ante mi― Quisiera que usted se ratificara en que el imputado señor (X) fue uno de los que usted vio tirar piedras contra las viviendas que ocupaban los gitanos de la barriada de Las Eritas.

― Me ratifico porque yo estaba cerca de él y le conozco como vecino de Cortegana.

― ¿Le llamó usted la atención en algún momento? ¿Hizo algo para impedir que continuara con su agresión?

― Por supuesto. Le dije que dejara de tirar piedras, pero hizo caso omiso porque junto a él otras personas hacían lo mismo.

― ¿Cómo eran las piedras, señor Guardia? ¿Grandes, medianas, pequeñas?

A esta pregunta el guardia no supo que contestar y tan solo dijo:

― Eran piedras normales. ¿Qué quiere usted que le diga, señor letrado? Normales.

― Vamos a ver ―le dije intentando ayudarle para que su respuesta fuera más precisa― No es igual el daño que puede causar una piedra pequeña arrojada contra una ventana que un pedrusco de grandes dimensiones. Hágame el favor, si no le importa, de señalarme con sus manos el tamaño aproximado de las piedras usted vio lanzar al señor (X) contra las casas de los gitanos.

El bueno del agente no dudó en señalar con sus dos manos el tamaño aproximado que puede tener un adoquín de los que empiedran nuestras calles.

Creo que en aquel momento un chorro de aire fresco me sacudió el cogote e intuí que era Federico, ―que lo fusilaron muchos años antes de que yo naciera―, quien, con su voz de terciopelo, sorprendido por lo que ni él mismo fue capaz de imaginar, ―que un gitano interrogara a un Guardia Civil―, me recitó esta estrofa de su “Romance de la Guardia Civil Española”

¡Oh ciudad de los gitanos!
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita.

¡Oh ciudad de los gitanos!
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela.

Hasta aquí este flash de mi memoria porque mi amigo Diego Fernández está empeñado en que deberíamos escribir un libro narrando como fue aquel juicio, primero en la historia de España, en la que unos abogados gitanos asumían ante los tribunales la defensa de otros gitanos que fueron víctimas del odio y la cólera de otros ciudadanos embrutecidos.

Fortuna hará honor a su nombre

Los representantes gitanos murcianos se han entrevistado con el Delegado del Gobierno en la Región para recabar su ayuda y han salido esperanzados del encuentro. Don Antonio Sánchez-Solís de Querol, les confirmó que la investigación de la Guardia Civil ha identificado y puesto a disposición judicial a 14 personas acusadas de los disturbios y de las agresiones que hemos descrito.

Pues que siga la buena racha para que Federico, desde donde esté, entienda que lo del enfrentamiento entre guardias civiles y gitanos ha empezado a cambiar en España.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romani

La “mala bají” de los gitanos agredidos en Fortuna (Murcia)

El somatén

He querido titular este relato haciendo referencia al contraste que supone “la mala fortuna” (tchorrí bají) que han tenido algunas familias gitanas que habían ocupado ilegalmente, por lo visto, unas viviendas en una localidad murciana que lleva por patronímico el precioso nombre de Fortuna. Todos los gitanos hacemos uso del término “fortuna” o de sus sinónimos “suerte”, “felicidad”, “abundancia” (bají, baxt, baxtalipen), de tal manera que el saludo más tradicional de todos los gitanos del mundo es decirnos cuando nos encontramos, o nos despedimos, “te avés báxtalo” que quiere decir “que seas feliz”, “que tengas fortuna”.

Pues no ha sido así para las ocho familias gitanas que se instalaron hace más de un año y medio en unas casas vacías que hay tras el Instituto de la localidad. Y a partir de aquí ya se pueden imaginar el resto. Estas familias fueron acusadas de alterar la pacífica convivencia ciudadana, siendo la acusación más importante a la que hemos tenido acceso la de que “abrían los coches para robar”. Curiosa acusación porque hoy en día ya nadie abre los coches porque ya no hay nada en ellos que robar. Hace años era un reclamo los radiocasetes. Hoy ni siquiera eso tiene atractivo para los cacos. Cuando un delincuente abre un coche, si puede, lo hace para llevárselo.

Pero los muy intrépidos ciudadanos de Fortuna, molestos con la vecindad de estas familias, decidieron constituirse en un “grupo de acción ciudadana” que por sus consecuencias nos ha recordado más al viejo y trasnochado Ku Kux Klan que al cuerpo paramilitar que los catalanes denominaron “somatén”, palabra del catalán “som atent” (estamos atentos), que gozó de la protección de la dictadura del general Primo de Rivera y del consentimiento del general Franco. El Somatén quedó disuelto con la llegada de la democracia a España en 1978.

Pero algunos vecinos de Fortuna decidieron constituirse en “grupo de acción ciudadana” para ejercer de policías y de jueces en la defensa de lo que ellos pudieran entender que las autoridades legítimas del lugar no lo estaban haciendo adecuadamente. Y decidieron actuar, impulsados por el hecho de que un miembro de las familias gitanas “okupas” se enfrentó a un socorrista de la piscina del pueblo. El hecho trascendió y el ayuntamiento denunció al gitano camorrista “por alterar el orden público y gritar”. El mismo alcalde de Fortuna, don José Enrique Gil, ha manifestado públicamente que “nunca hubo agresión física sino verbal” ni que en ningún momento nadie exhibiera una navaja. Y aquí podría haber terminado el incidente a la espera de que el juzgado se pronuncie tras la denuncia interpuesta por el ayuntamiento.

Finalmente, catorce manifestantes decidieron linchar a los gitanos

Pero no, el cabecilla del nuevo somatén murciano quería acción inmediata. Nada de esperar a que los jueces dicten sentencia y las autoridades la hagan cumplir. Para los promotores, el Estado de Derecho y el respeto a las reglas de convivencia que nos hemos dado todos los españoles no eran suficiente garantía. Por eso decidieron movilizar a unos cuantos vecinos de Fortuna utilizando los modernos medios de comunicación. Seguramente inspirados por Donald Trump, el enloquecido presidente de los Estados Unidos que días pasados fue advertido por las Naciones Unidas por no condenar “de forma inequívoca e incondicional” las manifestaciones de racismo ocurridas en Charlottesville que es una pequeña ciudad universitaria de Virginia.

Durante algunos días los teléfonos de los habitantes de Fortuna echaban fuego. Las modernas fuentes de comunicación, especialmente las soportadas por internet, Twitter y WhatsApp, estuvieron convocando a los vecinos para manifestarse ante al ayuntamiento y reclamar la expulsión de la ciudad de los vecinos instalados ilegalmente en las casas vacías. Pero lo que no sabían esos insensatos convocantes de este tipo de manifestaciones es que “las redes, como las armas, las carga el Diablo”. Y sucedió lo que ya conocemos de otros pueblos españoles donde los gitanos hemos sufrido ese mismo calvario. Cortegana en Huelva, Mancha Real en Jaén, Estepa en Sevilla donde los tribunales han imputado gravemente a los manifestantes gadchés (payos) delitos penalmente graves por atacar con violencia física a las personas y a las casas donde vivían personas, ―niños y ancianos―, inocentes de haber cometido ningún delito.

Y pasó lo que tenía que pasar. La historia siempre se repite. Los convocantes de manifestaciones contra los gitanos siempre ponen como punto de concentración la plaza del ayuntamiento. Y aunque las autoridades municipales adviertan que no podrán derivar su marcha ante las viviendas ocupadas por los gitanos, nunca hacen caso y acaban atacando con violencia tanto a las personas como las viviendas que ocupan. La Federación de Asociaciones Gitanas en Murcia lo ha denunciado públicamente con estas palabras: “(…) una masa enfervorecida de payos protagonizó una serie de ataques contra unas familias gitanas residentes en Fortuna (Murcia). Durante los disturbios se produjeron apedreamientos de las familias gitanas (niños y niñas, personas mayores, enfermos e incluso discapacitados), agresiones físicas y verbales tanto hacia las personas gitanas como hacia los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil y diversos daños en las propiedades llegando los agresores incluso a volcar un vehículo”.

¡Bien por la Guardia Civil!

Como suele decirse, a mí no se me caen los anillos por alabar la actuación de la Benemérita cuando hay motivos para hacerlo. Y en esta ocasión los hay. Igual que lo hice en Cortegana (Huelva) cuando junto a mis compañeros gitanos abogados, Diego Luis Fernández y Carmen Santiago, intervenimos en la defensa de las familias gitanas agredidas y en contra de los racistas que tan cobardemente les atacaron. Y llegados a este punto, permítanme un ligero recuerdo de carácter personal que ni siquiera Federico García Lorca hubiera sido capaz de imaginar.

Tuvimos suerte los gitanos porque el juez que estaba al frente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Aracena era un magistrado joven, recién salido de la escuela judicial de Barcelona, para el que esta función era su primer destino. Desde el primer momento tuvimos la impresión de que habíamos caído en buenas manos. Y así fue. Tuve que desplazarme muchas veces desde Barcelona a Aracena, pero mereció la pena. El juez instructor tomó declaración a 24 personas en calidad de imputados, mientras que a otras 27 las hizo declarar en calidad de testigos. Y al final tras finalizar las diligencias previas, emitió un auto imputando a 16 personas que tuvieron que comparecer en la vista oral que se celebró en la ciudad de Huelva.

Los Guardias declaran ante el juez

Pues bien, en el transcurso de estas diligencias, un día el juez llamó a declarar a los agentes de la Guardia Civil que intervinieron en aquel zafarrancho. Creo recordar que eran tres. Pero cuando llegué al juzgado aquella mañana me estaba esperando a la entrada del edificio el sargento que ejercía las funciones de comandante del puesto Un señor muy amable, de mediana edad, con cara de Guardia Civil que hubiera sido reconocido como tal aún sin uniforme. Me saludó militarmente y me dijo con muy buen tono:

― Señor letrado, permítame que le informe del comportamiento ejemplar que siguieron mis guardias en los incidentes que son objeto de esta instrucción. Usted sabrá que también ellos fueron objeto de la agresión de los manifestantes en aquella desgraciada noche. Le ruego que lo tenga usted en cuenta cuando proceda a interrogarlos.

Le tranquilicé y le dije que no temiera nada de nosotros que éramos bien conocedores del comportamiento de la Benemérita en el día de autos. Sí le dije, no obstante, que intentaría que sus testimonios fueran los más inculpadores posibles contra los racistas que atacaron con violencia a los inocentes gitanos del lugar. Lo entendió.
Y aquí es donde entra Federico García Lorca. El gran poeta granadino que escribió el “Prendimiento de Antoñito el Camborio” que, ¿quién sabe?, lo mismo fue una causa más que le llevó ante el pelotón de fusilamiento.

Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.

¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.

Esto nunca lo pudo imaginar Federico

¡Lástima de cámara oculta que hubiera filmado, como homenaje al autor del Romancero Gitano, la siguiente escena:!

Una vez hechas las observaciones que el juez estimó pertinentes al primero de los guardias que llamó a declarar, nos cedió la palabra a los letrados.

― Con la venia, Señoría ―dije fijando mi mirada en el Guardia Civil que con extremada seriedad permanecía firme ante mi― Quisiera que usted se ratificara en que el imputado señor (X) fue uno de los que usted vio tirar piedras contra las viviendas que ocupaban los gitanos de la barriada de Las Eritas.

― Me ratifico porque yo estaba cerca de él y le conozco como vecino de Cortegana.

― ¿Le llamó usted la atención en algún momento? ¿Hizo algo para impedir que continuara con su agresión?

― Por supuesto. Le dije que dejara de tirar piedras, pero hizo caso omiso porque junto a él otras personas hacían lo mismo.

― ¿Cómo eran las piedras, señor Guardia? ¿Grandes, medianas, pequeñas?

A esta pregunta el guardia no supo que contestar y tan solo dijo:

― Eran piedras normales. ¿Qué quiere usted que le diga, señor letrado? Normales.

― Vamos a ver ―le dije intentando ayudarle para que su respuesta fuera más precisa― No es igual el daño que puede causar una piedra pequeña arrojada contra una ventana que un pedrusco de grandes dimensiones. Hágame el favor, si no le importa, de señalarme con sus manos el tamaño aproximado de las piedras usted vio lanzar al señor (X) contra las casas de los gitanos.

El bueno del agente no dudó en señalar con sus dos manos el tamaño aproximado que puede tener un adoquín de los que empiedran nuestras calles.

Creo que en aquel momento un chorro de aire fresco me sacudió el cogote e intuí que era Federico, ―que lo fusilaron muchos años antes de que yo naciera―, quien, con su voz de terciopelo, sorprendido por lo que ni él mismo fue capaz de imaginar, ―que un gitano interrogara a un Guardia Civil―, me recitó esta estrofa de su “Romance de la Guardia Civil Española”

¡Oh ciudad de los gitanos!
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita.

¡Oh ciudad de los gitanos!
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela.

Hasta aquí este flash de mi memoria porque mi amigo Diego Fernández está empeñado en que deberíamos escribir un libro narrando como fue aquel juicio, primero en la historia de España, en la que unos abogados gitanos asumían ante los tribunales la defensa de otros gitanos que fueron víctimas del odio y la cólera de otros ciudadanos embrutecidos.

Fortuna hará honor a su nombre

Los representantes gitanos murcianos se han entrevistado con el Delegado del Gobierno en la Región para recabar su ayuda y han salido esperanzados del encuentro. Don Antonio Sánchez-Solís de Querol, les confirmó que la investigación de la Guardia Civil ha identificado y puesto a disposición judicial a 14 personas acusadas de los disturbios y de las agresiones que hemos descrito.

Pues que siga la buena racha para que Federico, desde donde esté, entienda que lo del enfrentamiento entre guardias civiles y gitanos ha empezado a cambiar en España.

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romani

Malditos sean los terroristas que asesinan en nombre de Dios

Las Ramblas de Barcelona, esa famosa arteria que por su extremo Sur se sumerge materialmente en el Mediterráneo y por su cabecera Norte se engancha con la cosmopolita Plaza de Cataluña, hoy ha vivido horas de angustia, de dolor y de llanto porque unos criminales, en nombre de un Dios enloquecido, han segado la vida de 13 ciudadanos inocentes dejando más de 100 heridos, algunos de los cuales revisten extrema gravedad.

La primera noticia la hemos tenido pocos minutos después de producirse el atentado. Nuestros amigos de toda España, gitanos y no gitanos, que saben de la cercanía de nuestra sede central del lugar del atentado, han colapsado nuestros restringidos medios de comunicación en este mes de obligados días de descanso.

Pero la constancia certera y personal de que algo grave estaba sucediendo la experimentó el presidente de la Unión Romani cuyo despacho, a pie de calle, podía ser fácilmente abordado por cualquier persona que quisiera entrar en el interior del edificio. Efectivamente, a los pocos minutos de iniciarse la masacre fueron muchas las personas y las motocicletas que circulaban a toda velocidad por la acera de nuestro despacho. No pasó mucho tiempo antes de que se recibiera una llamada en la que se nos decía que bajásemos las persianas que dan a la calle y que nadie saliera del edificio hasta que las autoridades abrieran el cordón de seguridad que rodeaban Las Ramblas de Barcelona y sus calles adyacentes.

Y así lo hemos hecho y desde aquí hemos tratado de tranquilizar a nuestras familias y a nuestros amigos. Seguimos en pie con fuerzas suficientes para condenar este brutal acto terrorista.

Los pueblos civilizados del mundo, y los de Europa de forma más directa, estamos sufriendo las consecuencias de los actos salvajes que son capaces de realizar quienes cegados por el odio o el fanatismo han logrado que por sus arterias no circule la sangre roja que es fuente de vida, sino un líquido viscoso, emponzoñado por las doctrinas más inhumanas, que mezclan a Dios con la política y que ultrajan a la divinidad diciéndole “que es Grande”.

Los gitanos europeos sabemos muy bien de lo que hablamos. El terrorismo político hizo que centenares de miles de conciudadanos nuestros fueran víctimas, junto a otros seres humanos inocentes, del mayor atentado jamás cometido en la historia de la humanidad contra un pueblo inocente. Fue el genocidio que todavía no ha cesado cuando en algunos países de la Europa comunitaria los grupos nazis y racistas siguen acosándonos y, en algunos casos, dándonos muerte.

Desde la Unión Romani queremos manifestar nuestra gratitud a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. A las autoridades de Cataluña, a los Mozos de Escuadra y muy especialmente a la Guardia Urbana de Barcelona, que son nuestros vecinos diarios por razón de la labor de vigilancia que ejercen en este enclave del Raval donde estamos ubicados.

¡Pobrecitos turistas! Pobres cuatro niños angelicales que la barbarie yihadista se ha llevado por delante. Mañana, a las 12 del mediodía, los gitanos estaremos en la Plaza de Cataluña, para unirnos al dolor de los familiares de las víctimas y para dejar constancia de nuestra unidad democrática con las autoridades de nuestro país.

Por la Junta Directiva de la Unión Romaní

Malditos sean los terroristas que asesinan en nombre de Dios

Las Ramblas de Barcelona, esa famosa arteria que por su extremo Sur se sumerge materialmente en el Mediterráneo y por su cabecera Norte se engancha con la cosmopolita Plaza de Cataluña, hoy ha vivido horas de angustia, de dolor y de llanto porque unos criminales, en nombre de un Dios enloquecido, han segado la vida de 13 ciudadanos inocentes dejando más de 100 heridos, algunos de los cuales revisten extrema gravedad.

La primera noticia la hemos tenido pocos minutos después de producirse el atentado. Nuestros amigos de toda España, gitanos y no gitanos, que saben de la cercanía de nuestra sede central del lugar del atentado, han colapsado nuestros restringidos medios de comunicación en este mes de obligados días de descanso.

Pero la constancia certera y personal de que algo grave estaba sucediendo la experimentó el presidente de la Unión Romani cuyo despacho, a pie de calle, podía ser fácilmente abordado por cualquier persona que quisiera entrar en el interior del edificio. Efectivamente, a los pocos minutos de iniciarse la masacre fueron muchas las personas y las motocicletas que circulaban a toda velocidad por la acera de nuestro despacho. No pasó mucho tiempo antes de que se recibiera una llamada en la que se nos decía que bajásemos las persianas que dan a la calle y que nadie saliera del edificio hasta que las autoridades abrieran el cordón de seguridad que rodeaban Las Ramblas de Barcelona y sus calles adyacentes.

Y así lo hemos hecho y desde aquí hemos tratado de tranquilizar a nuestras familias y a nuestros amigos. Seguimos en pie con fuerzas suficientes para condenar este brutal acto terrorista.

Los pueblos civilizados del mundo, y los de Europa de forma más directa, estamos sufriendo las consecuencias de los actos salvajes que son capaces de realizar quienes cegados por el odio o el fanatismo han logrado que por sus arterias no circule la sangre roja que es fuente de vida, sino un líquido viscoso, emponzoñado por las doctrinas más inhumanas, que mezclan a Dios con la política y que ultrajan a la divinidad diciéndole “que es Grande”.

Los gitanos europeos sabemos muy bien de lo que hablamos. El terrorismo político hizo que centenares de miles de conciudadanos nuestros fueran víctimas, junto a otros seres humanos inocentes, del mayor atentado jamás cometido en la historia de la humanidad contra un pueblo inocente. Fue el genocidio que todavía no ha cesado cuando en algunos países de la Europa comunitaria los grupos nazis y racistas siguen acosándonos y, en algunos casos, dándonos muerte.

Desde la Unión Romani queremos manifestar nuestra gratitud a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. A las autoridades de Cataluña, a los Mozos de Escuadra y muy especialmente a la Guardia Urbana de Barcelona, que son nuestros vecinos diarios por razón de la labor de vigilancia que ejercen en este enclave del Raval donde estamos ubicados.

¡Pobrecitos turistas! Pobres cuatro niños angelicales que la barbarie yihadista se ha llevado por delante. Mañana, a las 12 del mediodía, los gitanos estaremos en la Plaza de Cataluña, para unirnos al dolor de los familiares de las víctimas y para dejar constancia de nuestra unidad democrática con las autoridades de nuestro país.

Por la Junta Directiva de la Unión Romaní

Malditos sean los terroristas que asesinan en nombre de Dios

Las Ramblas de Barcelona, esa famosa arteria que por su extremo Sur se sumerge materialmente en el Mediterráneo y por su cabecera Norte se engancha con la cosmopolita Plaza de Cataluña, hoy ha vivido horas de angustia, de dolor y de llanto porque unos criminales, en nombre de un Dios enloquecido, han segado la vida de 13 ciudadanos inocentes dejando más de 100 heridos, algunos de los cuales revisten extrema gravedad.

La primera noticia la hemos tenido pocos minutos después de producirse el atentado. Nuestros amigos de toda España, gitanos y no gitanos, que saben de la cercanía de nuestra sede central del lugar del atentado, han colapsado nuestros restringidos medios de comunicación en este mes de obligados días de descanso.

Pero la constancia certera y personal de que algo grave estaba sucediendo la experimentó el presidente de la Unión Romani cuyo despacho, a pie de calle, podía ser fácilmente abordado por cualquier persona que quisiera entrar en el interior del edificio. Efectivamente, a los pocos minutos de iniciarse la masacre fueron muchas las personas y las motocicletas que circulaban a toda velocidad por la acera de nuestro despacho. No pasó mucho tiempo antes de que se recibiera una llamada en la que se nos decía que bajásemos las persianas que dan a la calle y que nadie saliera del edificio hasta que las autoridades abrieran el cordón de seguridad que rodeaban Las Ramblas de Barcelona y sus calles adyacentes.

Y así lo hemos hecho y desde aquí hemos tratado de tranquilizar a nuestras familias y a nuestros amigos. Seguimos en pie con fuerzas suficientes para condenar este brutal acto terrorista.

Los pueblos civilizados del mundo, y los de Europa de forma más directa, estamos sufriendo las consecuencias de los actos salvajes que son capaces de realizar quienes cegados por el odio o el fanatismo han logrado que por sus arterias no circule la sangre roja que es fuente de vida, sino un líquido viscoso, emponzoñado por las doctrinas más inhumanas, que mezclan a Dios con la política y que ultrajan a la divinidad diciéndole “que es Grande”.

Los gitanos europeos sabemos muy bien de lo que hablamos. El terrorismo político hizo que centenares de miles de conciudadanos nuestros fueran víctimas, junto a otros seres humanos inocentes, del mayor atentado jamás cometido en la historia de la humanidad contra un pueblo inocente. Fue el genocidio que todavía no ha cesado cuando en algunos países de la Europa comunitaria los grupos nazis y racistas siguen acosándonos y, en algunos casos, dándonos muerte.

Desde la Unión Romani queremos manifestar nuestra gratitud a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. A las autoridades de Cataluña, a los Mozos de Escuadra y muy especialmente a la Guardia Urbana de Barcelona, que son nuestros vecinos diarios por razón de la labor de vigilancia que ejercen en este enclave del Raval donde estamos ubicados.

¡Pobrecitos turistas! Pobres cuatro niños angelicales que la barbarie yihadista se ha llevado por delante. Mañana, a las 12 del mediodía, los gitanos estaremos en la Plaza de Cataluña, para unirnos al dolor de los familiares de las víctimas y para dejar constancia de nuestra unidad democrática con las autoridades de nuestro país.

Por la Junta Directiva de la Unión Romaní

Lola Flores que estas en los cielos, santificado sea tu nombre

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No se escandalicen, por favor. Con esta invocación reproduzco literalmente lo que los cristianos decimos cuando pedimos a Dios que eleve a los altares a alguien que durante su vida hizo méritos extraordinarios para ser proclamado beato o santo. Pero este no es mi caso, ni pasa por mi imaginación que la Iglesia ponga en marcha en el Vaticano la “Comisión para las Causas” que es la que ha de elaborar los informes que justifiquen tan excepcional testimonio de vida ejemplar.

Me permito implorar que “santificado sea el nombre de Lola Flores” después de haber sabido que su estatua fue profanada en el cementerio de La Almudena de Madrid. Algún malnacido manchó con pintura roja su pecho, sus dedos y su cara. Una cara de una belleza tan excepcional, tan oriental, tan gitana, tan andaluza y tan española que, gracias a Dios, ahí están sus películas para que nadie pueda poner en duda lo que digo.

Pero, sobre todo, yo quiero hoy rendir mi homenaje a Lola Flores, como gitano que soy, porque así cumplo con una obligación sagrada que todos los gitanos del mundo tenemos de guardar: fidelidad, respeto y amor incondicionado a los miembros de nuestra familia. ¡La familia! Ese fundamento básico de la humanidad que los gitanos conservamos y que, desgraciadamente, una parte del mundo de los gachés (payos) ha ido debilitando.

Nació y vivió en Jerez. ¿Qué más se puede pedir?

Lola Flores podía haber sido mi madre. Nació en Jerez de la Frontera, 20 años antes que yo y fue muy amiga de mi madre y de mis tías que vivían en el enclave flamenco y gitanísimo de la calle Cerro Fuerte, ubicada en el barrio de San Miguel. De hecho, toda mi familia vivía en esa calle. Mi madre nació y vivió en ella y mi tía “La Paquera de Jerez” (mi abuelo y su abuela eran hermanos) también nació en el número 20 de la misma calle.

Desde pequeño he oído hablar, especialmente a mi madre, de cómo la niña Lola Flores pasaba las horas en el patio de su casa donde participaba en los juegos infantiles de la caterva de niños y niñas que se daban cita en el lugar. Luego, ya de jovencita, Lola participaba en las actividades propias de las adolescentes gitanas donde el arte juega un papel decisivo. Cantar y bailar tal vez fuera la actividad más atrayente de unas familias que, a veces, se quitaban el hambre a bofetadas o cantando. Siempre recordaré como mi tío Agapito, viendo las caritas de hambre con que mi hermana Mari Carmen y yo sobrellevábamos una infancia de extrema pobreza, nos animaba cantando por bulerías letras tan estimulantes del apetito como la siguiente:

– Dos huevos fritos se están peleando y Juan de Dios y Mari Carmen los están separando.

Artista inconmensurable que contenía todas las esencias de lo gitano y lo andaluz.

Se necesitarían muchas páginas para trazar un bosquejo del arte supremo que esta mujer encerraba en su cuerpo. Lo tenía todo: genio y temperamento, ingredientes indispensables para interpretar cualquier estilo flamenco. Un cierto sentido de valentía irresponsable (todos los que presumen de serlo, lo son) que la empujaba a plantarle cara a la vida sin mirar los perjuicios que podría causarle. Pero sobre todo, al menos para mí, Lola Flores encarnaba la imagen ideal de lo que, como gitano y andaluz, debía ser la mujer del sur de España. Una síntesis perfecta donde no se sabe dónde empieza lo gitano y donde termina lo andaluz. Es verdad que el abuelo de Lola, Manuel, era un gitano que se ganaba la vida vendiendo lo que podía entre los habitantes de la campiña jerezana, pero yo me pregunto, como llevo diciéndolo toda la vida:

– ¿Y eso qué más da? ¿Alguien puede mostrarme el “gitanómetro” infame que pudiera servir para medir el grado de pureza de la sangre gitana o no gitana que circulaba por las venas de esta mujer excepcional?

Alguna vez, en algunas de mis intervenciones públicas en Andalucía, he retado provocadoramente a mi auditorio pidiéndoles que levantaran la mano quienes pudieran asegurar que tras 500 años de presencia gitana en Andalucía no corría por sus arterias una “mijita” de sangre flamenca. Os lo aseguro: jamás nadie lo hizo. ¿Y saben ustedes por qué? Porque en Andalucía todo el mundo (dejémoslo en “casi” todo el mundo) es gitano. Por esa razón Lola Flores era y es la muestra más palpable del componente humano que define a la tierra de las cuatro culturas: la cristiana, la judía, la mora y la gitana.

Que Dios perdone a José Borrell

Ya sé que los del “papel de fumar” me arrojarán a la cara que en 1987 la Fiscalía presentó una querella contra ella por no presentar su declaración de la Renta durante cuatro años seguidos. Pero a estos hay que recordarles que la Audiencia Provincial de Madrid decretó su absolución como consecuencia de una sentencia del Tribunal Constitucional que había anulado parcialmente la Ley del impuesto. Pero mi amigo y admirado Pepe Borrell, a quien siempre he seguido en sus posicionamientos ideológicos, se equivocó tratando de empapelar a Lola y convertirla en “muñeca de feria” contra la que cualquiera pudiera lanzar sus golpes. Lola Flores fue utilizada como un reclamo publicitario para infundir miedo a los contribuyentes. Y eso que lo que Hacienda le reclamó era, y lo es hoy más que nunca, el chocolate del loro al lado de lo que han defraudado otros famosos del cine, de los deportes y de la política. En más de una ocasión le oí decir al profesor Jiménez de Parga, que luego fue presidente del Tribunal Constitucional, que lo que se estaba haciendo a Lola Flores no tenía nombre.

Mi testimonio personal

Durante muchos años he mantenido en las antenas de Radio Nacional de España un programa diario dedicado al cante, el baile y la guitarra llamado “Crónica Flamenca”. Lo empecé en los últimos años del franquismo y lo terminé 10 años después siendo ya diputado por Almería. Esta mal que yo lo diga, pero era, posiblemente, la media hora de radio más oída en Cataluña. Y ante los micrófonos de mi “Crónica Flamenca” pasó muchas veces la reina indiscutible de las mejores esencias del arte gitano-andaluz como tan certeramente lo denominó don Antonio Mairena.

Pero Lola que era todo vitalidad, que era como una catarata de inspiración poética, hablaba de todo y opinaba de todo. Hablaba tanto que a mí, a veces, me lo hacía pasar muy mal temiendo que en algún momento se adentrara en un jardín del que difícilmente podría salir ilesa sin que se le escapara algún disparate. Oírla por televisión cuando la entrevistaban me cortaba la respiración. Pero ella, que era un genio, no caía en la trampa y siempre salía airosa de todas las entrevistas. ¡Claro que eso tenía una explicación! Durante algunos años tuvo a su lado al maestro Raúl del Pozo, su amigo y consejero que un día me contó la siguiente conversación que sostuvo con Lola:

– Oye Raúl, ¿tú te has fijado en ese muchacho que es diputado por Almería, aunque él haya nacido en Puerto Real que es un pueblo que está muy cerquita de Jerez?

– Pues sí que me he fijado Lola, ¿Cómo no? Hace unos días puso en pie al Congreso de los Diputados defendiendo la eliminación de tres artículos del Reglamento de la Guardia Civil que eran, verdaderamente, oprobiosos para el Pueblo Gitano. Además, Juan de Dios es mi amigo.

– Pues no sabes cuánto me alegro porque tú estarás de acuerdo conmigo en que Juan de Dios debía ser Ministro.

– Hombre, Lola, tampoco es para tanto. En el Congreso de los Diputados hay parlamentarios de mucho fuste que son tanto o más brillantes que Juan de Dios.

– No, no. De ninguna de las maneras -replicó Lola-. Ministro es muy poco para lo que vale ese gitano. Yo creo que lo deben nombrar Presidente del Gobierno.

Llegados a este punto el bueno de Raúl del Pozo me clavó su mirada penetrante para no perderse ni un solo gesto de mi cara cuando oyera lo que le faltaba por decirme. Lola dejó pasar unos segundos de suspense. Tomó aire para darle mayor énfasis a su mensaje, y dijo:

– Pues ¿sabes lo que te digo, Raúl? Que Juan de Dios Ramírez Heredia no debe ser ni ministro ni presidente del Gobierno. ¡Juan de Dios debe ser proclamado Dictador, eso es lo que se merece, ser Dictador de todos los españoles!

¡Cuánta inocencia, Señor, mezclada con tan evidente ignorancia! Descansa en paz, Lola, madre querida, española universal y faraona y gitana de tronío. Porque esos malditos extremistas de derechas o de izquierda se han equivocado hasta en el color de la pintura con que han querido manchar tu cuerpo. Porque tu color preferido era el rojo y cuando te revestías de gitana -y entonces lo eras por partida doble- el rojo de tu bata palidecía ante el brillo inimitable tus mejillas.

 

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

Lola Flores que estas en los cielos, santificado sea tu nombre

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No se escandalicen, por favor. Con esta invocación reproduzco literalmente lo que los cristianos decimos cuando pedimos a Dios que eleve a los altares a alguien que durante su vida hizo méritos extraordinarios para ser proclamado beato o santo. Pero este no es mi caso, ni pasa por mi imaginación que la Iglesia ponga en marcha en el Vaticano la “Comisión para las Causas” que es la que ha de elaborar los informes que justifiquen tan excepcional testimonio de vida ejemplar.

Me permito implorar que “santificado sea el nombre de Lola Flores” después de haber sabido que su estatua fue profanada en el cementerio de La Almudena de Madrid. Algún malnacido manchó con pintura roja su pecho, sus dedos y su cara. Una cara de una belleza tan excepcional, tan oriental, tan gitana, tan andaluza y tan española que, gracias a Dios, ahí están sus películas para que nadie pueda poner en duda lo que digo.

Pero, sobre todo, yo quiero hoy rendir mi homenaje a Lola Flores, como gitano que soy, porque así cumplo con una obligación sagrada que todos los gitanos del mundo tenemos de guardar: fidelidad, respeto y amor incondicionado a los miembros de nuestra familia. ¡La familia! Ese fundamento básico de la humanidad que los gitanos conservamos y que, desgraciadamente, una parte del mundo de los gachés (payos) ha ido debilitando.

Nació y vivió en Jerez. ¿Qué más se puede pedir?

Lola Flores podía haber sido mi madre. Nació en Jerez de la Frontera, 20 años antes que yo y fue muy amiga de mi madre y de mis tías que vivían en el enclave flamenco y gitanísimo de la calle Cerro Fuerte, ubicada en el barrio de San Miguel. De hecho, toda mi familia vivía en esa calle. Mi madre nació y vivió en ella y mi tía “La Paquera de Jerez” (mi abuelo y su abuela eran hermanos) también nació en el número 20 de la misma calle.

Desde pequeño he oído hablar, especialmente a mi madre, de cómo la niña Lola Flores pasaba las horas en el patio de su casa donde participaba en los juegos infantiles de la caterva de niños y niñas que se daban cita en el lugar. Luego, ya de jovencita, Lola participaba en las actividades propias de las adolescentes gitanas donde el arte juega un papel decisivo. Cantar y bailar tal vez fuera la actividad más atrayente de unas familias que, a veces, se quitaban el hambre a bofetadas o cantando. Siempre recordaré como mi tío Agapito, viendo las caritas de hambre con que mi hermana Mari Carmen y yo sobrellevábamos una infancia de extrema pobreza, nos animaba cantando por bulerías letras tan estimulantes del apetito como la siguiente:

– Dos huevos fritos se están peleando y Juan de Dios y Mari Carmen los están separando.

Artista inconmensurable que contenía todas las esencias de lo gitano y lo andaluz.

Se necesitarían muchas páginas para trazar un bosquejo del arte supremo que esta mujer encerraba en su cuerpo. Lo tenía todo: genio y temperamento, ingredientes indispensables para interpretar cualquier estilo flamenco. Un cierto sentido de valentía irresponsable (todos los que presumen de serlo, lo son) que la empujaba a plantarle cara a la vida sin mirar los perjuicios que podría causarle. Pero sobre todo, al menos para mí, Lola Flores encarnaba la imagen ideal de lo que, como gitano y andaluz, debía ser la mujer del sur de España. Una síntesis perfecta donde no se sabe dónde empieza lo gitano y donde termina lo andaluz. Es verdad que el abuelo de Lola, Manuel, era un gitano que se ganaba la vida vendiendo lo que podía entre los habitantes de la campiña jerezana, pero yo me pregunto, como llevo diciéndolo toda la vida:

– ¿Y eso qué más da? ¿Alguien puede mostrarme el “gitanómetro” infame que pudiera servir para medir el grado de pureza de la sangre gitana o no gitana que circulaba por las venas de esta mujer excepcional?

Alguna vez, en algunas de mis intervenciones públicas en Andalucía, he retado provocadoramente a mi auditorio pidiéndoles que levantaran la mano quienes pudieran asegurar que tras 500 años de presencia gitana en Andalucía no corría por sus arterias una “mijita” de sangre flamenca. Os lo aseguro: jamás nadie lo hizo. ¿Y saben ustedes por qué? Porque en Andalucía todo el mundo (dejémoslo en “casi” todo el mundo) es gitano. Por esa razón Lola Flores era y es la muestra más palpable del componente humano que define a la tierra de las cuatro culturas: la cristiana, la judía, la mora y la gitana.

Que Dios perdone a José Borrell

Ya sé que los del “papel de fumar” me arrojarán a la cara que en 1987 la Fiscalía presentó una querella contra ella por no presentar su declaración de la Renta durante cuatro años seguidos. Pero a estos hay que recordarles que la Audiencia Provincial de Madrid decretó su absolución como consecuencia de una sentencia del Tribunal Constitucional que había anulado parcialmente la Ley del impuesto. Pero mi amigo y admirado Pepe Borrell, a quien siempre he seguido en sus posicionamientos ideológicos, se equivocó tratando de empapelar a Lola y convertirla en “muñeca de feria” contra la que cualquiera pudiera lanzar sus golpes. Lola Flores fue utilizada como un reclamo publicitario para infundir miedo a los contribuyentes. Y eso que lo que Hacienda le reclamó era, y lo es hoy más que nunca, el chocolate del loro al lado de lo que han defraudado otros famosos del cine, de los deportes y de la política. En más de una ocasión le oí decir al profesor Jiménez de Parga, que luego fue presidente del Tribunal Constitucional, que lo que se estaba haciendo a Lola Flores no tenía nombre.

Mi testimonio personal

Durante muchos años he mantenido en las antenas de Radio Nacional de España un programa diario dedicado al cante, el baile y la guitarra llamado “Crónica Flamenca”. Lo empecé en los últimos años del franquismo y lo terminé 10 años después siendo ya diputado por Almería. Esta mal que yo lo diga, pero era, posiblemente, la media hora de radio más oída en Cataluña. Y ante los micrófonos de mi “Crónica Flamenca” pasó muchas veces la reina indiscutible de las mejores esencias del arte gitano-andaluz como tan certeramente lo denominó don Antonio Mairena.

Pero Lola que era todo vitalidad, que era como una catarata de inspiración poética, hablaba de todo y opinaba de todo. Hablaba tanto que a mí, a veces, me lo hacía pasar muy mal temiendo que en algún momento se adentrara en un jardín del que difícilmente podría salir ilesa sin que se le escapara algún disparate. Oírla por televisión cuando la entrevistaban me cortaba la respiración. Pero ella, que era un genio, no caía en la trampa y siempre salía airosa de todas las entrevistas. ¡Claro que eso tenía una explicación! Durante algunos años tuvo a su lado al maestro Raúl del Pozo, su amigo y consejero que un día me contó la siguiente conversación que sostuvo con Lola:

– Oye Raúl, ¿tú te has fijado en ese muchacho que es diputado por Almería, aunque él haya nacido en Puerto Real que es un pueblo que está muy cerquita de Jerez?

– Pues sí que me he fijado Lola, ¿Cómo no? Hace unos días puso en pie al Congreso de los Diputados defendiendo la eliminación de tres artículos del Reglamento de la Guardia Civil que eran, verdaderamente, oprobiosos para el Pueblo Gitano. Además, Juan de Dios es mi amigo.

– Pues no sabes cuánto me alegro porque tú estarás de acuerdo conmigo en que Juan de Dios debía ser Ministro.

– Hombre, Lola, tampoco es para tanto. En el Congreso de los Diputados hay parlamentarios de mucho fuste que son tanto o más brillantes que Juan de Dios.

– No, no. De ninguna de las maneras -replicó Lola-. Ministro es muy poco para lo que vale ese gitano. Yo creo que lo deben nombrar Presidente del Gobierno.

Llegados a este punto el bueno de Raúl del Pozo me clavó su mirada penetrante para no perderse ni un solo gesto de mi cara cuando oyera lo que le faltaba por decirme. Lola dejó pasar unos segundos de suspense. Tomó aire para darle mayor énfasis a su mensaje, y dijo:

– Pues ¿sabes lo que te digo, Raúl? Que Juan de Dios Ramírez Heredia no debe ser ni ministro ni presidente del Gobierno. ¡Juan de Dios debe ser proclamado Dictador, eso es lo que se merece, ser Dictador de todos los españoles!

¡Cuánta inocencia, Señor, mezclada con tan evidente ignorancia! Descansa en paz, Lola, madre querida, española universal y faraona y gitana de tronío. Porque esos malditos extremistas de derechas o de izquierda se han equivocado hasta en el color de la pintura con que han querido manchar tu cuerpo. Porque tu color preferido era el rojo y cuando te revestías de gitana -y entonces lo eras por partida doble- el rojo de tu bata palidecía ante el brillo inimitable tus mejillas.

 

Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní

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