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La exposición ‘Días de ira. Comunismo libertario, gitanos flamencos y realismo de vanguardia’ de Helios Gómez se inaugura en La Virreina

Helios Gómez (Sevilla, 1905 – Barcelona, 1956), sevillano, gitano y barcelonés, estaba inscrito en algunas de las redes de creación europea más interesantes de su tiempo. Su obra habita un nudo paradójico entre pares aparentemente antitéticos; es anacrónico y adelantado a su época a la vez: artista realista, populista y de vanguardia, activista político y gitanista militante, comunista libertario y flamenco de los que cantan y bailan.

Para empezar, se reivindica como gitano e intenta dotar esa identidad de un significado no solo cultural o étnico sino, sobre todo, político, lo que lo adelanta en décadas a muchas de las reflexiones críticas que llegan hoy desde el campo de los estudios poscoloniales, que en el ámbito gitano lo reconocen como referente.

Además, como artista popular, incluso populista, es más que pertinente su militancia formal vanguardista, formalización que él reivindicaba como realismo, un verdadero realismo capaz de expresar, visibilizar y trasmitir —desde lo subalterno pero con la misma complejidad que la ciencia, la filosofía o la literatura que le eran contemporáneas— los años que tan intensamente vivió, la sociedad que quería transformar, los grupos humanos con quienes luchaba por emanciparse.

Es en el laboratorio de la vanguardia donde Helios Gómez encuentra un espacio radical y libre para dar síntesis a elementos dispares, incluso a las heterodoxias con que le tocó convivir.

También su militancia anarquista toma una deriva interesante. Formado entre el socialismo masón de su padre y la tutoría de Felipe Alaiz en Sevilla, cuando dirigía allí Solidaridad Obrera, el periódico libertario que había sido clausurado en Barcelona, pasó después por un comunismo que él siempre presentó como libertario y, en medio de la guerra, a contracorriente, regresa a la filia anarquista para intentar continuar, tras la derrota de 1939, con fórmulas asociacionistas andalucistas —fundó la Casa de Andalucía en Barcelona— y gitanistas, trabajando también en un intento desesperado de dar forma política a cierta reconciliación nacional.

La importancia de su gráfica y el reconocimiento de sus trazos están fuera de toda duda y tiene una presencia abrumadora en muchos de los trabajos —libros, películas, ensayos, etc.— que siguen el conflicto de la Guerra Civil, aunque muchas veces no aparezca convenientemente citado. Pero a nosotros nos interesa mostrarlo en las redes que transitó, aliado con los artistas y movimientos en los que militó, subrayando la profunda convicción comunitarista de su trabajo.

Como resultado, quizás, no hay un artista que, desde la cultura gitana, además, encarne tan bien la visión del futuro y la revisión del pasado, imprimiendo esas energías anacronistas en las luchas políticas del tiempo que le tocó vivir.

La editorial ‘Presencia Gitana’ publica su último libro, titulado ‘Gitanos en Europa’ de Jean-Pierre Liégeois

Portada del libro / Cedida

Los Gitanos constituyen en Europa una Comunidad transnacional de base multiestatal que parece oscilar –a juzgar por los escasos datos que suelen aportar los gobiernos al respecto– entre nueve y trece millones de personas, estimaciones no avaladas por estudios estadísticos científicamente elaborados, actualizados y fiables. Mal conocidos y peor reconocidos, encerrados en los estereotipos negativos urdidos sobre ellos, tras siglos de asentamiento consolidado en la práctica totalidad de los países europeos, se les han aplicado, las más de las veces, políticas dirigidas a su desaparición física o cultural.

Gitanos en Europa se propone dar a conocer, para que se comprenda mejor, la riqueza de la cultura de los Romá y de su estilo de vida, la fuerza de su identidad y el trato que han padecido en el curso de una larga historia. Al hacer accesibles y comprensibles las coordenadas de su situación infinitamente compleja y conflictiva, esta obra interesará especialmente a enseñantes, formadores, trabajadores sociales y responsables políticos y administrativos. Para las organizaciones romaníes es también un instrumento de difusión de información que sienta los fundamentos de un programa para una acción adaptada y concertada.

La publicación de esta versión española constituye un doble homenaje al Consejo de Europa (del que España es miembro desde 1977), en el septuagésimo aniversario de su creación y el quincuagésimo de su permanente dedicación a la problemática que sufre la Comunidad gitana. El presente es también el año en el que celebramos el Milenio de la diáspora romaní desde la India al Mediterráneo y los seis siglos de su definitivo asentamiento en la Paneuropa.

Les dejamos aquí un folleto con el índice sobre este nuevo libro.

Acasă – My Home: un largometraje indispensable

En las afueras de Bucarest, en Rumanía, en el parque natural de Văcărești, un espacio natural situado en el lago Văcărești, que se nutre de las aguas del río Dâmbovița, una familia gitana con nueve hijos vive fuera del sistema, pero en perfecta armonía con el entorno que los rodea. Criados en la naturaleza entre peces, cañizos, aves y tierra, los niños apenas saben leer o escribir, pero parece que saben de la vida más de lo que se enseña en las escuelas.

El entorno, pensado para albergar una reserva natural protegida (es una de las zonas verdes más grandes de Bucarest) fue abandonado cuando cayó la dictadura comunista de Nicolai Ceaușescu, en 1989. Fue entonces cuando la naturaleza salvaje se empezó a apoderar del entorno y cuando la familia se instaló allí para llevar un modo de vida, cuanto menos, particular. Comparable a la biodiversidad de un delta, según los expertos, en el parque natural de Văcărești, se pueden encontrar casi un centenar de especies de aves, así como diferentes especies de plantas autóctonas. Es uno de los ecosistemas urbanos más ricos del mundo, ya que se ha mantenido inaccesible para los humanos durante mucho tiempo. En 2015, la zona fue declarada patrimonio de interés natural y el gobierno rumano empezó una intervención de conservación; eso sí, sin pensar en todos. Sin pensar, concretamente, en la familia de Gică Enache, que había vivido allí por más de 20 años.

La historia de la familia Enache es una historia de enfrentamiento con unas instituciones, como suele pasar, poco sensibles a modos de vida alternativos; es la historia de una familia crecida entre la naturaleza salvaje que tiene problemas para adaptarse a la vida de la gran ciudad. Una ciudad, por otra parte -Bucarest- que a vece resulta demasiado hostil.

Dirigido de manera excepcional por Radu Ciorniciuc, (este es el primer largometraje del director), y guionizado junto con su pareja, la guinonista Lina Vdovii, Acasă – My Home narra las peripecias de esta familia cuando se les notifica que tienen que ser desalojados. El documental se ha alzado, este año, con el galardón especial del Jurado a la mejor dirección de fotografía en el prestigioso festival de Sundance y también ha conseguido el Premio Especial de Jurado en el Festival de Cine de Tesalónica, en Grecia. El rodaje de la película se llevó a cabo en cuatro años; el tiempo que transcurrió entre que la zona fuese declarada de protección natural hasta que la familia Enache fue desalojada definitivamente de los terrenos.

La película es un grito contra la gentrificación, que siempre afecta – y es una constante en toda Europa- a los grupos más vulnerables (entre los que se suele encontrar la comunidad gitana). Acasă – My Home es una grieta que deja entrever que otros modos de vida, incluso en un entorno eminente urbano, son posibles. El racismo institucional, el miedo a unos servicios sociales a menudo poco comprensibles o los conflictos generacionales entre padres e hijos son algunos de los temas que atraviesan el film.

Los gitanos en Rumanía, ¿ciudadanos de segunda?

Tratados como ciudadanos de segunda, Radu Ciorniciuc nos trae a la gran pantalla una realidad hiriente: el estatus de la comunidad gitana en Rumanía, el país que alberga más gitanos en toda Europa. De hecho, se estima que de los 6 a 8 millones de gitanos que viven en el continente europeo, 2 viven en este país del este. Y es que, 30 años después de la caída de Ceaușescu, los gitanos de Rumanía continúan trabajando para vencer el racismo estructural que impregna todos los ámbitos de la sociedad rumana y continúan velando por la igualdad de oportunidades.

Si bien es cierto que las condiciones de la comunidad gitana han mejorado en los últimos años, aún son muchos los retos a los que tienen que hacer frente en este país. Según la segunda encuesta de la Unión Europa sobre las minorías y la discriminación en la población gitana, de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (con datos del 2016), Rumanía y Eslovaquia son los dos únicos países de la Unión Europea en los cuales la escolarización de niños gitanos se ha estancado en la última década. La prevalencia de la discriminación de los gitanos en la búsqueda de trabajo y el poco conocimiento que tienen sobre las organizaciones de apoyo o de igualdad, de campañas y legislación por sus derechos continúan siendo una realidad, tanto en Rumanía como el resto de Europa. Y, a pesar de todos los programas y estrategias de desarrollo comunitario con enfoque integral y participativo que se están llevando a cabo, la discriminación hacia los gitanos aún es preocupante, ya que aún hay mucho racismo tanto en el discurso público como en los medios de comunicación.

Ionut Codreanu es uno de los coordinadores de Active Watch, una organización nacida el 1994 que monitoriza los discursos de odio a los medios, ofrece formación a periodistas y lleva a cabo investigaciones relacionadas con el discurso en los medios: “Desde la caída del régimen hasta ahora ha habido cambios en la percepción de los gitanos en los medios: Hace 30 años podías leer en los periódicos llamamientos a linchar comunidades gitanas. Ahora esto sería impensable. A medida que nos acercábamos a los 2000, con la entrada de Rumanía a la Unión Eiropa, todo se suavizó. El estado empezó a vigilar los crímenes de odio y se implantaron políticas de inclusión para que la Europa viera que lo hacíamos bien. La actitud política cambió y los medios se hicieron más profesionales y aflojaron”, dice. Codreanu, sin embargo, reconoce que todavía queda mucho por hacer: “Todavía hay diarios que estigmatizan a la comunidad gitana, programas de televisión que se ríen, y una nueva narrativa peligrosa que se está extendiendo”.

Por eso los documentales como el de Radu Ciorniciuc son importantes, porque, de manera delicada y respetuosa tratan de enseñar otras realidades que, habitualmente cercanas, nos cuestan a menudo de ver. El trailer de Acasă – My Home se puede ver en la ventana inferior.

Dios mío, pero ¿qué está pasando aquí?

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La primea noticia me la dio mi sobrino Israel, hijo de mi hermana Lourdes, desde Jerez de la Frontera.

― Tito, se ha muerto el tío Parrita, un dios del flamenco.

Me quedé fuertemente impresionado y todavía no había recuperado el aliento cuando recibo un WhatsApp de Simón Montero, el presidente de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña, para decirme que “acaba de morir Parrita”. Y no habían pasado ni dos minutos cundo recibo una llamada de Manuel Heredia, mi gran amigo y hermano, cofundador de la Unión Romaní, para darme la noticia de como se había producido el desenlace. A partir de ahí el teléfono no paró de sonar. Todos, con una unanimidad muy extraña en los días que corren, han querido manifestarme su cariño y su admiración por este gitano bueno, dulce en su trato y humilde desde sus orígenes canasteros, que se ha ganado, después de mucho trabajar, un lugar de reconocido prestigio entre los grandes.

Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas. Parrita sabía que los gitanos le queríamos y que siempre podíamos contar con él. Nunca se negó a participar en cualquier espectáculo que persiguiera un fin promocional de nuestra causa. Todo lo demás era secundario en su vida artística. Por eso pudo decir cantando en “Las cositas del querer” que

                                                               Digan lo que digan
                                                               soy igual de gitano
                                                               ay lere lere ay lere lere
                                                               Cuando me parieron ya salí cantando.

Hoy he acompañado a su mujer y a sus hijos que son chicos muy jóvenes. Vestidos de negro, de arriba abajo, como acostumbramos a hacer los gitanos cuando perdemos a nuestros padres. Yo mismo recuerdo que cuando murió mi madre ―yo tenía la sazón, como ellos, 20 años― vestí de negro riguroso, camisa, pantalón, chaqueta, corbata o pañuelo durante más de cinco años en que empecé a “aliviar el luto”.

Lamentablemente la situación sanitaria que vivimos en España, y especialmente en Cataluña, no ha permitido que centenares de gitanos, tal vez miles, pudiésemos acompañarle hasta su última morada.

Yo me quedo con el recuerdo de su amistad y el de la última vez que estuvimos juntos en la entrega de premios de la FAGIC junto a la fuente luminosa de Montjuic en Barcelona. Porque su vida artística fue como la fuente, llena de colores variados y de música solemne a la que le hace el compás el sonido cantarino del agua.

Y se nos fue “La Susi”

Otra gitana emblemática. Humilde y recatada en sus gestos pero que encerraba una dimensión enorme como gran artista para el mundo flamenco. Hoy mismo, cuando pienso en ella, no sé que es lo que me gustaba más: si su cante o su baile. Porque La Susi tenía un atractivo especial para engancharnos a todos. Con su cante, especialmente cuando lo hacía por bulerías, lograba que nuestros “cinco sentíos” estuvieran pendientes de su voz, pero cuando ponía “punto y aparte” al cante y los guitarristas y los palmeros sacaban chispas de fuego al compás más furioso e irrefrenable que es la bulería gitana, la Susi daba un salto y tocaba las nubes del cielo con sus manos.

Sin lugar a duda el flamenco, la expresión musical y artística más emblemática de España y enseña con la que se nos identifica en todo el mundo, está altísimamente representado por una pléyade de mujeres que conforman una imagen diferente y en absoluto inferior a la que representan los hombres.

 Susana Amador Santiago, La Susi, puede inscribir su nombre entre los de Pastora Imperio “Niña de los Peines”; Antonia Gilabert Vargas “La Perla de Cádiz”, prima de mi madre; Merced “La Serneta”, considerada la madre del cante por “soleá”, que nació en Jerez en 1840; Francisca Méndez Garrido, “La Paquera de Jerez”, mi tía carnal, posiblemente la cantaora más bravía que ha dado este arte; Fernanda Jiménez Peña, “Fernanda de Utrera”, nació en 1923 y fue nieta de Fernando Peña Soto, “Pinini”, gitano carnicero nacido en Lebrija en 1863, que ha sido el cabeza de una amplísima dinastía flamenca durante el siglo XX.

Igualmente, La Susi podría presumir de formar parte de una saga flamenca muy importante. Nació en Alicante en el seno de una familia llena de artistas y siendo una niña se fue a Madrid con su hermano guitarrista, mi amigo Joaquín Amador, quien se casó con Manuela Carrasco, la diosa del baile gitano. Pero de las bailaoras hablaremos otro día.

Y también nos dejó Dolores Abril, la inseparable pareja de Juanito Valderrama

Fue famosa cuando se unió a Juanito Valderrama. Ninguno de los dos eran gitanos, pero ¿qué más da? Ambos se sentían flamencos y Valderrama consiguió ser un artista de primerísima línea, reconocido y respetado por toda la afición, incluidos los artistas gitanos. Dolores nació en Hellín (Albacete) en 1935 y murió el otro día con 85 años. Valderrama, que era 20 años mayor que ella, nos dejó en 2004.

A ambos los conocí y los traté personalmente. Por alguna carpeta traspapelada hay una fotografía en la que aparezco sentado entre ellos dos en una peña flamenca de Cornellá. ¡Dios mío, qué tiempos aquellos!

Descansen en paz los tres y no se corten en obsequiar a los ángeles del Paraíso con una fiesta como la que nunca habrían imaginado.

Defendiendo la identidad: llegan los II Kerdiphen Romani Čhibako, los Premios a la Lengua Romaní

Cartel de la entrega de premios virtual de este año / Cedida

A lo largo de la historia, el idioma y el patrimonio cultural de los gitanos se ha visto constantemente amenazado, expropiado y en peligro; por eso la comunidad gitana en España, pero también en otros países, trabaja con ahínco ya no solo para protegerlo, sino también para promocionarlo.

Esta es la filosofía que hay detrás de Kerdiphen Romani Čhibako, los Premios a la Lengua Romaní, que este año celebran su segundo aniversario, que tienen como objetivo conmemorar la lengua romaní – uno de los instrumentos identitarios más potentes de la comunidad gitana- y que se otorgarán el próximo 5 de noviembre, Día Mundial de la Lengua Romaní.

Los premios son otorgados por Savez Roma u RH «KALI SARA» de Croacia y el Ajuntament de Barcelona a través de Seo Cizmich, Embajador Honorífico de la Lengua Romaní.

Este año los galardonados han sido Carlos Muñoz, Rafael Perona, Nicolás Jiménez y la Asociación Lachó Bají Calí. En la primera edición se reconoció la labor de Ignasi-Xavier Adiego Lajara, catedrático de Lingüística Indoeuropea de la Universitat de Barcelona (UB) y de Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya, presidente de Unión Romaní. El galardón asociativo se entregó a la Fundación Privada Pere Closa y el reconocimiento institucional al Programa de Pueblo Gitano y de la Innovación Social de la Dirección General de Acción Cívica y Comunitaria del Departament de Treball, Afers Socials i Famílies de la Generalitat de Cataluña.

Los galardones que se entregan este año a los 4 premiados / Cedida

La actual situación de crisis sanitaria hace que este año no se pueda celebrar la entrega de premios como es debido, por lo que se realizará con un acto online que será retransmitido por Youtube y a través de las redes sociales de Romano kher.

El acto virtual contará con el discurso inaugural de Seo Cizmich, Embajador Honorífico de la Lengua Romaní, así como con las intervenciones de Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya (Unión Romaní), Ramón Vílchez (Departament de Benestar i Familia de la Generalitat de Catalunya) y Daniel Granados (director de Cultura Viva del Ayuntamiento de Barcelona ICUB).

Durante el acto se proyectará el cortometraje Baró Istardiphen, en el que se explican los hechos de la Gran Redada del 30 de julio de 1749 y se finalizará con a interpretación musical de Costi “el chato”.

Mujeres gitanas de Alcázar de San Juan, ofendidas y hartas, piden que se ponga fin a los comentarios racistas en redes sociales

Las tres mujeres que han denunciado el acoso / R. Tejera

Sefora, Neri y Mary son tres vecinas de Alcázar de San Juan, lectoras de EL SEMANAL DE LA MANCHA, que se han puesto en contacto con el periódico para denunciar las ofensas y comentarios racistas que, en su opinión, han aparecido en las redes sociales, y concretamente en nuestro Facebook, contra el pueblo gitano, generalizando y tratando con desprecio a esta etnia, ante la noticia publicada el 3 de septiembre, según la cual algunas familias gitanas han decidido no llevar a clase a sus hijos al comenzar el curso por miedo al coronavirus.

En representación de la Asociación Orchí Agachí Calí (Alma de Mujer Gitana), estas tres madres se quejan de los comentarios racistas y ofensivos que la noticia generó entre varios lectores, «quienes, generalizando y metiendo a todos los gitanos en el mismo saco, han sacado las cosas de contexto, con comentarios que nos han hecho daño, con etiquetas y estereotipos que nada tienen que ver con la realidad actual», afirman. «Queremos dejar claro que los gitanos que no hemos querido llevar a nuestros hijos al colegio, lo hacemos por miedo a los contagios, porque tenemos hijos o familiares con otras enfermedades y nos da mucho miedo el virus. Pero también queremos dejar claro que no se puede generalizar, porque también hay familias no gitanas que están de acuerdo con nosotros; y gitanos que han llevado a los niños al colegio. Es decir, somos personas como los demás, y unos están de acuerdo y otros no… Lo que es muy ofensivo e injusto es que nos señalen a todos, siempre por las cosas negativas, por las peleas, por los trapicheos… Ya está bien.  (…) Y parece mentira que a estas alturas de siglo XXI siga habiendo gente que nos encasille, que crea que ser gitano es ser ladrón o estafador… Los gitanos somos gente normal y corriente. Y a todos los que nos han criticado tanto en Facebook, queremos decirles bien claro que jamás nos han dado subvenciones, ni privilegios, ni dinero alguno por llevar a nuestros hijos al colegio, ni decidimos no ir a clase para que nos regalen ordenadores o tablets como dicen algunos… Nuestros hijos son niños como los demás. Van a sus colegios como los demás, tienen su material, juegan al fútbol, participan en las actividades extraescolares, tienen su formación y, en algunos casos, continúan los estudios. Y es mentira que en horario de clase se vengan con nosotros a los mercadillos», afirman.

Nosotros, desde Unión Romani, suscribimos todo lo que dicen estas gitanas valientes que dan la cara en defensa de su dignidad. Hemos leído los comentarios racistas, y algunos de ellos son de una bajeza moral incalificable.

Y de la misma forma queremos valorar y agradecer el comentario de EL SEMANAL DE LA MANCHA que ha escrito:

Reproducimos a continuación algunos de los comentarios que han ofendido a estas mujeres y al pueblo gitano de Alcázar de San Juan, con quienes nos solidarizamos ante frases que, además de racismo, reflejan un gran desconocimiento, un desprecio muy preocupante y una enorme mediocridad.

Ha muerto en Tarrasa, Vicente Castro Jiménez “Parrita”

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La primea noticia me la ha dado mi sobrino israel, hijo de mi hermana lourdes, desde Jerez de la Frontera.

― Tito, se ha muerto el tío Parrita, un dios del flamenco.

Me he quedado fuertemente impresionado y todavía no había recuperado el aliento cuando recibo un WhatsApp de Simón, el presidente de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña, para decirme que “acaba de morir Parrita”. Y no habían pasado ni dos minutos cundo recibo una llamada de Manuel Heredia, mi gran amigo y hermano, cofundador de la Unión Romaní, para darme la noticia de como se había producido el desenlace. A partir de ahí el teléfono no ha parado de sonar. Todos, con una unanimidad muy extraña en los días que corren, han querido manifestarme su cariño y su admiración por este gitano bueno, dulce en su trato y humilde desde sus orígenes canasteros, que se ha ganado, después de mucho trabajar, un lugar de reconocido prestigio entre los grandes.

Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas. Parrita sabía que los gitanos le queríamos y que siempre podíamos contar con él. Nunca se negó a participar en cualquier espectáculo que persiguiera un fin promocional de nuestra causa. Todo lo demás era secundario en su vida artística. Por eso pudo decir cantando en “Las cositas del querer” que

                                               Digan lo que digan
                                               soy igual de gitano
                                               ay lere lere ay lere lere
                                               Cuando me parieron ya salí cantando.

Parrita ha muerto esta tarde en el Hospital de Tarrasa. Cuando escribo estas líneas aún no sé cuando será el entierro ni a que hora. Lamentablemente la situación sanitaria que vivimos en España, y especialmente en Cataluña, no va a permitir que acompañemos a su familia como es nuestro deseo en este momento tan doloroso.

Yo me quedo con el recuerdo de su amistad y el de la última vez que estuvimos juntos en la entrega de premios de la FAGIC junto a la fuente luminosa de Montjuich en Barcelona. Porque su vida artística fue como la fuente, llena de colores variados y de música solemne a la que le hace el compás el sonido cantarino del agua.

La España pro gitana

Edificio del Consejo de Europa en Estrasburgo, Francia / SEBASTIEN BOZON/AFP/Getty Images
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Yo me siento alegremente gitano. Pero no menos español, andaluz y cordobés; muy andaluz. Y siento todo porque es muy fácil ya que en esta tierra bendita esta fusión de identidades viene como anillo al dedo. El estudio del Derecho Penal me enseñó que unos de los más bellos principios para alcanzar la justicia social e histórica es el principio de proporcionalidad; que nadie tenga más culpa de la que merece, que eso es sacrilegio en democracia. Por eso, me ha achicharrado las tripas que hace unos días el Consejo de Europa instase solo a España a incluir el anti gitanismo en el Código Penal. Es cierto que aquí sufrimos desde 1499 hasta 1978 leyes anti gitanas. Las pragmáticas nos obligaron a olvidar buena parte del alma nuestra: vestimenta, costumbres, lengua… como precio para ser considerados seres humanos. Algo terrible por tremendamente injusto pero que, a la vez, demostró la heroicidad del pueblo gitano, que, al conservar hasta el advenimiento de la democracia, a precio de remo y calabozo, algunas señas de identidad camufladas sobre todo en el folklore compartido, obtuvimos la victoria final de poder seguir siendo gitanos y conseguir ser españoles.

Pero es que por ahí arriba fue mucho peor; en el resto de Europa daba igual que abandonáramos nuestra lengua porque aun haciéndolo no podríamos ser ciudadanos nunca; por eso los gitanos de más allá de los Pirineos conservan la lengua romaní tanto como la discriminación que sufren. O sea, no hubo más tolerancia sino, todavía menos. Pero vamos a tiempos más actuales: durante la dictadura franquista, es cierto que el reglamento del Instituto Armado nos prejuzgaba como delincuentes en potencia al recogerse una especial vigilancia sin motivo de los gitanos en sus movimientos en las ferias, algo que provocó situaciones muy humillantes porque, si de por sí aquella disposición legal era de entrada arbitraria, aun lo fue más al practicarla uniformes cada uno de su padre y de su madre. Pero también es cierto que, en ese tiempo, ni un solo gitano, ¡ni uno solo!, fue enviado a los campos de concentración nazis por el hecho de ser gitano. En cambio, un millón de gitanas y gitanos de toda Europa -menos de España-, fueron asesinados. Entonces, ¿cómo es posible que el Consejo de Europa no conmine a Alemania a incluir específicamente el antigitanismo en su Código Penal? (je, je, je, no se lo pierdan que me río por no llorar: el monumento a las víctimas gitanas del holocausto fue inaugurado por Merkel en el año ¡2012!)

En la Rusia de Stalin el espíritu de libertad de los zíngaros provocó cientos de masacres bajo el yugo soviético. Y después de Stalin sigue el rechazo. En Inglaterra, los gitanos son apartados de la sociedad en terrenos ajenos a la misma exactamente igual como hicieron los yanquis con los indios en las reservas. Y ello lo venden como respeto a una idiosincrasia, pero eso es una maldita hipocresía porque lo que quieren es aislarlos de la vida de los demás. Hoy, los gitanos del Este son despreciados en todos los ámbitos hasta el punto que a menudo arden criminalmente sus poblados. Berlusconi en Italia y Sarkozi en Francia permitieron una expulsión indiscriminada y masiva aun siendo ciudadanos de la Unión; pero es que sus gitanos nativos sufren un infierno de desigualdad. En la llamada Turquía europea, son menospreciados abiertamente y, paradójicamente, en Bulgaria tienen que camuflarse como turcos para no ser rechazados. En España hay racismo y luchamos contra él, pero hay también infinidad de compatriotas no gitanos que no son racistas, y lo mismo que no quiero que generalicen con mis compatriotas gitanos tampoco quiero que generalicen con mis compatriotas payos.

Nuestra democracia avanza para todos y bien. España es ejemplo de buenas prácticas de muchas oenegés. Cataluña, Madrid, Valencia, Extremadura y sobre todo Andalucía son ejemplo de normalización hasta el punto que hay lugares donde no se sabe dónde empieza o termina lo gitano, algo inédito e inaudito en Europa. Vamos, que nuestros payos españoles son de lo mejorcito del Viejo Mundo. Así que, si ese Consejo quiere ser lo que es y no un instrumento más de política inexperta, que recomiende no tanto a España como a Europa entera incluir el antigitanismo en sus códigos penales. Pero a la vez, dé un mensaje de esperanza y optimismo de que el sueño de la inclusión gitana es posible.

Y que, como máximo exponente real de ello, ponga a España, y sobre todo a mi Andalucía, por delante. Y de guinda, por favor –porque además ya es hora de ello– agasaje a la provincia de Cádiz como ejemplo del espíritu tolerante de un pueblo agraciado y, por tanto, divino; ahora entiendo que, dado su elevado nivel cultural en cuanto a la tolerancia se refiere, Cádiz sea la ciudad más antigua de Europa y, por tanto, la que también tiene más experiencia en la exacta concepción de ciudadano. En fin, que a ver si los miembros del Consejo de Europa se dan una vueltecita por aquí abajo para conocernos mejor.

El coronavirus ahoga al mercadillo de Benavente

Una imagen del mercadillo afectado / La opinión de Zamora

Este año, desde el decreto del Estado de Alarma, no está siendo fácil para nadie, pero los vendedores de Benavente del mercadillo de la Cañada de la Vizana, prácticamente en su totalidad de etnia gitana, consideran que esta crisis está haciendo especial mella en ellos puesto que es en la gran parte de los casos el único ingreso que tienen para vivir y no cuentan con ahorros. Desde hace semanas se mantiene un estricto control a la entrada de la Cañada de la Vizana con la obligación de desinfección de las manos con gel hidroalcohólico. También mantienen el aforo reducido que les obliga a acudir a este mercado cada quince días. Ayer a las doce del mediodía apenas 400 visitas habían hecho entrada en el mercadillo, una cifra ínfima con lo habitual de los jueves de mercado en Benavente.

Ayer montaron sus puestos en algunos casos “para no vender nada”, “hoy no nos estrenamos”, lamentaba uno de los vendedores ambulantes. “Ni con buenos precios ni sin ellos, si la gente no viene poco vamos a vender o nada”, aseguraba una de las mujeres que ayer sí estuvo en el mercado.

Leer más: https://www.laopiniondezamora.es/benavente/2020/10/23/covid-ahoga-mercadillo-20318497.html

Ahondando en la situación de las mujeres gitanas

Sara Olvera, socióloga, sexóloga, experta en género e igualdad y activista gitana. / L.R.

Bajo el título «La revolución silenciosa de las gitanas», el Campus Remoto de la Universidad de Vigo acogerá el lunes, día 26, una conferencia de la socióloga y sexóloga Sara Olvera, experta en género e igualdad y activista gitana. En ella ahondará, para los alumnos de la Facultad de Educación y Trabajo Social del campus y para personas interesadas, en los conceptos, evolución y figuras del feminismo gitano.

La actividad, que cuenta con financiación del Área de Igualdad Vigo, está coordinada por el catedrático de Ética Profesional de la Facultad de Educación y Trabajo Social David Álvarez. Según explican desde la organización del evento, los objetivos de esta actividad son informar a la universidad y al público en general sobre los problemas específicos del feminismo gitano; sensibilizar a activistas y movimientos feministas sobre la exclusión en las políticas de coalición y sensibilizar a los futuros profesionales de la intervención, mediación y educación de la supervivencia de prácticas culturales relacionadas con las mujeres gitanas.

Leer más: https://www.laregion.es/articulo/universidad/charla-ahondara-situacion-mujeres-gitanas/20201022235614980373.html

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